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El lenguaje del abanico

El llamado lenguaje del abanico consiste en una serie de señas que las mujeres de los siglos XVIII y XIX utilizaban para comunicarse con sus pretendientes o amantes.

Esta puede ser una recopilación de los principales mensajes que podían transmitirse mediante el lenguaje del abanico:

Para responder escuetamente a una pregunta pendiente:
: Cerrar el abanico lentamente o apoyarlo abierto sobre la oreja o la mejilla derecha.
No: Cerrarlo rápida y airadamente o apoyarlo abierto sobre la mejilla izquierda.

La mujer podía mostrarse dispuesta a iniciar una relación de diversas formas:
No tengo novio: Abanicarse lentamente sobre el pecho.
Deseo conocerle o tener novio: Llevar el abanico cerrado, suspendido de la mano izquierda.
Usted me resulta simpático: Darse repetidos golpecitos en la mano izquierda.
O informar a un pretendiente de que está comprometida abanicándose con movimientos cortos y rápidos sobre su pecho, o abriendo y cerrando rápida y repetidamente el abanico.

La mujer podía hacer peticiones o invitaciones discretas al amante:
Espéreme: Abrir el abanico despacio y mostrarlo.
Sígame cuando me vaya: Sostener el abanico con la mano derecha delante del rostro o los ojos.
Escríbame: Golpearse con el abanico cerrado en la mano izquierda.
Venga a hablar conmigo: Abrir el abanico con la mano izquierda; contar las varillas pasando los dedos por ellas o simplemente poner el dedo sobre el borde de las varillas.
Estoy impaciente: Juguetear con el abanico o golpear con él un objeto.
Quiero que me bese: Apoyar el abanico sobre los labios.

También advertía al pretendiente para que fuera discreto:
Cuidado, nos están observando: Mover el abanico con la mano izquierda o cubrirse los ojos con el abanico abierto.
Cuidado, mi familia me vigila: Apoyar el abanico cerrado en la mejilla derecha.
No reveles nuestro secreto: Deslizar el abanico sobre la oreja derecha.

Se podían hacer preguntas simples, que el amante debería responder de forma discreta:
¿Me quieres? Presentando el abanico cerrado.
¿Cuándo te puedo ver? Cerrando el abanico mientras se toca los ojos.
Se manifestaba inseguridad o dudas sobre las intenciones del pretendiente y su fidelidad:
Estoy pensando si te quiero: Darse golpecitos lentamente en la palma de la mano con el abanico.
Dudo de tu amor: Abanicarse rápidamente.
No me fío: Apoyar los labios sobre el abanico.
Estoy celosa: Darse golpecitos con el abanico en el vestido.
Sospecho que me estás siendo infiel: Tocarse con el abanico la punta de la nariz.

Mediante el lenguaje del abanico se hacían reproches al amante:
Eres cruel: Abrir y cerrar lentamente el abanico.
Has cambiado: Pasarse el abanico por la frente.
Estás flirteando con otra: Pasar repetidamente el abanico de una mano a otra.

Para declararse, había un amplio abanico de posibilidades y matices:
Me gustas: Abrir y cerrar el abanico y ponerlo en su mejilla.
Pienso en ti todo el rato, no te olvido: Colocar el abanico en la sien y mirar hacia arriba o mover el flequillo con el abanico.
No dudes de mí: Apoyar en los labios el abanico abierto.
Sufro, pero te amo, te pertenezco: Dejar caer el abanico al suelo.
Te quiero: Pasarse el abanico por la mejilla o cubrirse los ojos con él abierto.
Te amo intensamente: Abanicarse muy rápidamente.
Te amo con locura y sufro por tu amor: Apoyar el abanico sobre el corazón o el pecho.
Mi corazón es solo tuyo: Entregar el abanico al amante. Pero si este lo rechazase, la mujer dejaría el abanico suspendido y abierto del revés, para manifestar: Sin tu amor prefiero morir.
Soy toda tuya: Apoyar el abanico cerrado en la mejilla izquierda.
Me casaré contigo: Cerrar el abanico sobre la mano izquierda.

Para enviar un beso, se cubría la boca con el abanico abierto mientras miraba al amante.

Se enviaba información para posibles citas con el amante:
No saldré de paseo: En una reunión, cerrar el abanico y guardarlo. Para informar desde casa al amante que está en la calle, dejar el abanico cerrado en el balcón o salir mostrándolo cerrado.
Hoy saldré de casa: Las señales contrarias a las anteriores. En una reunión, sacar ostentosamente el abanico del bolsillo. Para enviar el mensaje desde casa a la calle, dejarlo abierto en el balcón o salir a él abanicándose.
Estoy sola: Cubrirse la boca con el abanico abierto.
Indicar la hora de la cita: Abrir un número determinado de varillas o contar ese número tocando las varillas con el dedo.

Al igual que con las declaraciones, para rechazar al pretendiente o al amante había numerosas posibilidades y matices:
Me resultas indiferente: Apoyarse el abanico cerrado sobre la frente.
No me interesas: Abanicándose lentamente.
No me gustas: Girar el abanico con la mano derecha o protegerse los ojos del sol con el abanico abierto.
Estoy comprometida o amo a otro: Llevar el abanico cerrado y suspendido en la mano derecha o moverlo con la mano izquierda.
Es mejor que me olvides: Mantener el abanico abierto con las dos manos.
Vete, por favor: Pasarse el abanico por los ojos.
No quiero saber nada de ti: Pasar o mantener el abanico sobre la oreja izquierda.
Todo ha terminado entre nosotros dos, adiós: Cubrirse parte del rostro con el abanico abierto o entregar el abanico a la madre o a quien la acompañe.
Todo se acabó, te odio: Arrojar el abanico.
¿Pero existió realmente el lenguaje del abanico? Aunque se escribieran tratados que intentaban codificarlo, en realidad no puede decirse que existiera “un lenguaje del abanico”. Si hubiera tenido un código fijo o estable que respondiera a los significados que se dan en numerosos libros, no hubiera cumplido su función de comunicación secreta. Creemos que más que un medio de comunicación, el abanico era un arma de seducción al alcance de todas las damas por tratarse de un artículo de lujo del que no se separaban.
“Nada mejor que un abanico para acompañar el melindre y la afectación de las petimetras, sus manejos medio audaces, medio pudorosos; pieza indispensable, en una palabra, para estimular las relaciones iniciales con el cortejo o aspirante a tal. [...] A la sombra del abanico, en efecto, se deslizaban confidencias y atrevimientos, se desgranaban risas, se disimulaba el rubor, se enviaban miradas prometedoras y se acercaban los rostros.” (C. Martín Gaite, Usos amorosos del dieciocho en España, 1972).
Lo más probable es que cada pareja creara su propio código, con mensajes adaptados a sus necesidades de comunicación. Estas no serían las mismas entre dos jóvenes solteros que entre dos personas casadas manteniendo una relación adúltera. De hecho, en los tratados sobre lenguajes secretos encontramos numerosos gestos a los que se les atribuyen diferentes significados.
Recopilación realizada a partir de la información obtenida en las siguientes fuentes:
“El lenguaje de las flores y el de las frutas” Florencio Jazmín, Barcelona, 1870
“Lenguaje del abanico” www.protocolo.org www.ladanza.com www.todoabanicos.com (v. diciembre 2013)
“Fans” Alexander F. Tcherviakov.

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El lenguaje del llanto

¿Qué es el llanto? ¿Por qué lloramos? ¿Para qué sirve llorar desde el punto de vista comunicativo?
El llanto es la primera manifestación de lenguaje humano. Es un lenguaje natural y exclusivo de la especie humana: en cuanto nacemos, empezamos a llorar. Si un niño no llora al nacer, se plantea un grave problema para su vida, porque nos estaría indicando que el aire no ha entrado en sus pulmones o que su cerebro no percibe las nuevas sensaciones que no podía experimentar en el seno materno. Podría considerarse que ese llanto es el preludio de lo que nos espera en este valle de lágrimas porque, como dejó escrito el autor anónimo de la Crónica incompleta de los Reyes Católicos (1469-1476), “con lagrimas venimos al mundo y con ellas en él vivimos, y llorando nos vamos dél”.

El llanto casi siempre procede de un deseo insatisfecho y representa una respuesta emocional a una situación de sufrimiento, pero las personas aprendemos a usarlo con múltiples variantes, para aprovechar sus posibilidades de manipulación, interacción social y comunicación afectiva. Podemos contener el llanto o forzarlo; modularlo con diferentes intensidades y entonaciones; acompañarlo con otras manifestaciones físicas (lágrimas, aspavientos, golpes de pecho...). Todo ello, en función de nuestra conveniencia personal y de las costumbres sociales y culturales en que nos desenvolvemos; El llanto transmite vulnerabilidad, sumisión o dolor, por lo que puede inhibir la agresividad de los demás y despertar su compasión y consuelo. Psicológicamente, es la actitud de los demás con respecto a nuestro llanto, lo que puede llevarnos a un mejor estado emocional, no el llanto en sí. Es decir, lloramos para comunicarnos.
El primer llanto parece común para todos, independientemente de nuestra condición personal, familiar, social o cultural . Sin embargo, un estudio científico coordinado por la Universidad de Würzburg, afirma que el llanto de los bebés de cinco días ya está condicionado por su idioma materno. Como, desde el útero, los niños perciben las diferentes entonaciones características del idioma materno, es posible que, al nacer, traten de reproducir esos patrones acústicos para aumentar el vínculo afectivo de la madre.
Durante los primeros meses de vida, el llanto es la principal, casi única, forma que tiene el niño de decir lo que le ocurre, y los padres suelen aprender muy pronto su significado en cada situación: demanda de alimento, de aseo, de afecto, manifestación de dolor, de miedo, etc.

Un poco más adelante, cuando los niños empiezan a hablar, lo utilizan a menudo para expresar su frustración y su enfado; y rápidamente descubren que es un arma muy eficaz para manipular a los adultos.

Con la edad, tendemos a limitar e incluso a prescindir de este medio de comunicación. Es cierto que nuestro lenguaje va cubriendo las necesidades comunicativas que desempeñaba el llanto infantil, pero las principales causas de su abandono con de tipo cultural. En nuestra sociedad, la frecuencia del llanto en una persona depende de su entorno familiar y social y, muy especialmente, de si es un hombre o una mujer.

Externamente, el llanto se manifiesta de tres formas: con sonidos de una determinada melodía y ritmo; con gestos de la cara y los ojos; y con la segregación de lágrimas. No siempre se dan las tres formas de forma conjunta: podemos prescindir de cualquiera de ellas y, cuando ello pasa, los efectos emocionales suelen ser más intensos.

Algunos tipos de llanto:
Llanto de supervivencia del bebé para empezar a respirar.
Llantos infantiles angustiosos por un fuerte dolor.
Llantos histéricos y forzados de niños que quieren llamar la atención de sus padres.
Llantos de frustración del niño a quien se le niega un capricho o del estudiante suspendido.
Llantos de felicidad y emoción del deportista ganador o de los amantes reencontrados.
Llantos de impotencia ante la enfermedad y el sufrimiento.
Llantos angustiados de los padres ante la adversidad de sus hijos.
Llantos fúnebres emocionados por la muerte de un ser querido.
Falsos llantos histéricos de las plañideras.

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Nombres propios en la Lengua de Signos

De la misma forma que las personas oyentes utilizan el nombre de pila para nombrarse, los sordos emplean, en Lengua de Signos, una seña característica y distintiva para cada persona.
Aunque pueden deletrear los nombres propios mediante el alfabeto dactilológico (un signo para cada letra), esto resulta un método lento y poco eficaz en la conversación normal, por lo que suelen valerse de una seña distintiva que aluda a un rasgo característico de la persona.
Lo más frecuente es la seña elegida pueda hacerse con una sola mano en la zona de la cara, porque la mayoría de las señas utilizadas por la Lengua de Signos se realizan en esa zona, donde también se centra la vista del destinatario.
Encontrar una seña que se refiera a un rasgo característico de la persona, y que pueda utilizarse como su nombre propio, no suele ser difícil para las personas sordas. Los procedimientos más frecuentes para nombrar a alguien son:
  • Fijarse en una característica física visible en la cara: tener un lunar o una cicatriz, la forma de la nariz, de las orejas o del pelo, el bigote o la barba, la utilización de gafas, etc.
  • Utilizar el signo del nombre común, cuando el nombre propio coincide con alguno o es muy similar. Así, quien se apellide Lobo, puede ser nombrado con el mismo signo que el animal; quien se llame Rosario, con el signo del rosario, etc.
  • Utilizar el signo, si lo tiene, del santo o la Virgen que se corresponde con el nombre de la persona. Algunos nombres, por su frecuente aparición en la liturgia o por su relevancia tradicional, han generado un signo propio que puede ser utilizado para las personas que tengan ese mismo nombre: Jesús, María, Pedro, Ángeles...

    Con menos frecuencia también se recurre a:
  • Rasgos físicos que no se localizan en la cara: delgado, gordo, cojo...
  • El carácter de la persona: alocado, despistado, serio...
  • Las aficiones o la profesión de la persona: fútbol, baloncesto, cocinero, carpintero...
  • La seña que nombra al padre o a la madre, de igual forma que en la sociedad general se pone a un niño el nombre del padre o del abuelo.
  • Representar la inicial del nombre con el alfabeto dactilológico: A para Antonio o R para Ramón.
    Cuando una persona no ha elegido su propia seña (generalmente, porque no es sordo), son los sordos quienes, por convención, se la adjudican y de esta forma “lo bautizan”, de forma similar a como en muchos pueblos se pone un mote o apodo a una persona.
    A modo de ejemplo, los sordos de España utilizan, en la Lengua de Signos Española (LSE), la seña de la ceja para nombrar a Rodríguez Zapatero y la del bigote para Aznar. En general, son señas que no resultan ofensivas y que quien las recibe suele aceptarlas sin problema, porque tienen una gran utilidad comunicativa para las personas sordas. No obstante, en ocasiones, esta forma de “bautizar”, puede dar lugar a una polémica, como ocurrió en 2008 en Tailandia con el primer ministro Samak Sundaravej.

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  • Frutas: símbolos eróticos (o espirituales)

    Muchas frutas tienen un innegable simbolismo erótico. Sus formas, su sabor, el ser consecuencia de la fertilidad de la tierra... han hecho que se asocien al erotismo y el sexo.
    Los tabús sexuales de numerosas culturas han obligado a buscar otras formas de decir lo prohibido, a buscar palabras inocentes. Y las han sacado de los campos semánticos relacionados con la comida. Esto explica que numerosas frutas, verduras o animales den nombre a los órganos sexuales, que el apetito pueda ser ‘gana de comer’ o ‘deseo sexual’ y que el comer sea un eufemismo del acto sexual (comerse un rosco).
    En España existen numerosos refranes que relacionan la fruta y la prostitución: “Pastel y fruta, manjar de puta”, “Año de frutas, bueno para las putas”, “La que del rey se hace fruta es una real puta”. En La Lozana Andaluza, de Francisco Delicado, encontramos: “¿Quién te hizo puta? El vino y la fruta”.
    Pero, además de eróticos, las frutas pueden ser símbolos espirituales.
    LA MANZANA: Esta fruta tiene una doble vertiente simbólica: la sensual y la espiritual.
    A lo sexual contribuye el que, en su corte vertical, el corazón tiene forma de vulva.
    En Europa aparece como símbolo del amor (en latín, petere malis quandam, ‘“tirar manzanas a alguien’, especialmente a una muchacha, significaba declararle amor), el matrimonio, la primavera, fertilidad, longevidad, o inmortalidad (las mitologías griega, celta y escandinava la consideraron la fruta de los dioses). Aunque en la Biblia no se dice cuál era el fruto prohibido que tentó a Eva, se identificó con la manzana, porque se consideraba objeto de deseo. Así en la iconografía cristiana se convirtió en la imagen de la tentación y el pecado original.
    Al mismo tiempo, la hermenéutica la convirtió en símbolo del conocimiento, porque Eva la habría arrancado del Árbol de Conocimiento del Bien y el Mal, y por la forma quíntuple del corazón en su corte transversal. En las manos de Jesucristo, la manzana (u otras frutas esféricas como la granada o la naranja) simboliza la salvación, porque la esfera representa la totalidad.
    En China puede representar la paz.
    LA GRANADA:
    También es una fruta asociada tanto a la tentación sexual como a conceptos filosóficos.
    Los romanos la conocían como la manzana de Cartago y la asociaban a la fertilidad, porque se decía que había brotado de la sangre de Dionisio, dios de la fertilidad de la primavera. Al reunir bajo una sola cáscara múltiples granos, puede representar el amor y el matrimonio: cuando Plutón fue obligado por Mercurio a liberar a Proserpina, ofreció a ésta una granada en señal de matrimonio.
    Son símbolos secundarios los que le dan la Iglesia y otros poderes terrenales: la agrupación en la unidad de lo numeroso y diverso, la unión de muchos bajo una sola autoridad, las múltiples bendiciones de Dios... En el escudo de España, más allá de la referencia al Reino de Granada, también representa la unidad; por eso está en la base, sustentando el resto de cuarteles del escudo, que aluden a los otros reinos.
    En la India también es símbolo de fecundidad y las mujeres beben su jugo para evitar la esterilidad.
    Es considerada por algunos como la verdadera fruta de la pasión.

    MEMBRILLO:
    Venus, a menudo aparece con un membrillo en la mano derecha, regalo del dios Paris. En la Grecia antigua, se ofrecía a las novias el día de la boda como símbolo de fertilidad. Los romanos, siguiendo la creencia, difundieron la costumbre de dar a comer a los recién casados un membrillo antes de llegar al lecho nupcial. Por esta razón, durante el Renacimiento, volvió a ser símbolo del amor y el matrimonio.
    En numerosas ocasiones simboliza los genitales femeninos. Covarrubias afirma que “la etimología de membrillo traen algunos del diminutivo de la palabra membrum, por cierta semejanza que tienen los más dellos con el miembro genital, y femíneo”. Y en El Licenciado Vidriera, de Cervantes, una misteriosa dama ofrece un “membrillo toledano” al protagonista, quien al comerlo (eufemismo de acto sexual) cae en la locura. También se consideraba que el dulce de membrillo tenía propiedades afrodisíacas.

    HIGO: Desde siempre, se ha asociado a la sensualidad arrolladora y a la fecundidad. Los judíos creían que el fruto prohibido del Génesis era el higo, porque Adán y Eva cubrieron su desnudez con hojas de higuera (no de parra).
    En la India, los Vedas lo denominan como "flor de la mujer” o “flor del placer sexual". Y en las celebraciones dionisíacas de la Grecia clásica se comían higos, junto a otros manjares, para activar la libido masculina.
    La savia blanca que sale al cortar el fruto, se ha relacionado con la leche materna y con el esperma, por lo que puede referirse tanto a la femineidad como a la masculinidad. Esta es la razón por la que en la tradición judeocristiana el higo representa el órgano genital femenino y en la árabe es el órgano masculino. Y es también la que origina, en algunos lugares de África, la creencia de que remedia la esterilidad y favorece la lactancia.
    Las numerosas pepitas que contiene también pueden simbolizar la integración de lo múltiple e individual en algo superior: en la India es el conocimiento adquirido tras la meditación. Parece ser que Buda encontró el Nirvana mientras estaba a la sombra de una higuera. Sin embargo, en nuestra tradición se cree que dormir a esta sombra es perjudicial para la salud, lo que puede proceder del puritanismo sexual.

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    El esperanto, lengua internacional

    El esperanto es una lengua artificial creada por el polaco L. L. Zamenhof, alrededor de 1880, con la intención de convertirla en lengua auxiliar internacional. No se pretendía sustituir a las lenguas naturales, sino ser la que una a todas las comunidades lingüísticas: “Cada cual con su idioma y el esperanto para todos”. Al parecer, hoy es la lengua artificial (auxiliar o planificada) más hablada del mundo.
    En realidad, Zamenhof no creó el “esperanto”, sino “la lengua internacional”. Así se llamaba su primer libro La lingvo internacia (La lengua internacional) publicado en 1887 con el seudónimo de Doktoro Esperanto (Dr. Esperanzado) que se convirtió rápidamente en el nombre del idioma.

    El esperanto se escribe con una versión modificada del alfabeto latino, con 6 letras que tienen un signo diacrítico (ĉ, ĝ, ĥ, ĵ, ŝ y ŭ ) y u breve. El alfabeto no incluye las letras q, w, x e y, pero éstas letras pueden ser utilizadas en nombres extranjeros no asimilados.
    Su alfabeto, versión modificada del alfabeto latino tiene 28 letras: cinco vocales (a e i o u) y 23 consonantes (b c ĉ d f g ĝ h ĥ j ĵ k l m n p r s ŝ t ŭ v z) que siempre se pronuncian igual. No incluye las letras q, w, x y, pero pueden ser utilizadas en palabras extranjeras que todavía no se hayan adaptado a la ortografía del esperanto. Todas las palabras se leen como se escriben (de acuerdo con las reglas de pronunciación del esperanto, no del español). No hay letras mudas ni acentos ortográficos, porque todas las palabras son graves.
    Sólo hay un artículo determinado (masculino y femenino, singular y plural) y carece de artículo indeterminado. El femenino se forma con el sufijo –in- sobre la base del masculino. La regularización se lleva a las categorías de las palabras: todos los sustantivos acaban en –o, los adjetivos en –a, los adverbios en –e y los infinitivos en –i. Sólo hay una conjugación verbal y no distingue persona ni número del sujeto: sobre la raíz, se forman los diferentes tiempos con –as (presente),-is (pasado), -os (futuro), -us (condicional), -u (imperativo).
    El vocabulario se extrajo de muchos idiomas. Aunque algunas palabras nuevas tienen su origen en idiomas no indoeuropeos, como el japonés, la gran mayoría del vocabulario del esperanto procede del latín, lenguas romances (italiano, francés y español), el alemán, el inglés y el ruso.
    Los esperantistas consideran que es la lengua más fácil, tanto por su Gramática (16 reglas sin excepciones) como por la formación de palabras y existen estudios de que el aprendizaje del esperanto es más rápido que el de una segunda lengua y que facilita la adquisición de otros idiomas.

    Sus partidarios también afirman que favorece el contacto directo e igualitario entre personas de distinta condición (país, raza, religión, clase social) porque es un idioma neutral, ensancha horizontes mentales y destruye prejuicios generadores de odio. De hecho, la bandera representa la esperanza (el color verde) y los cinco continentes (la estrella).
    A principios del siglo XX, fue lengua oficial del territorio neutral de Moresnet y hubo intentos de implantarlo en China durante la revolución Xinhai de 1911. En esa misma época, y como parte de los movimientos internacionalistas, fue utilizado y difundido por el movimiento obrero y libertario. Por esta razón fue perseguido por el nazismo y el estalinismo, y el senador estadounidense Joseph McCarthy, consideró que el conocimiento del esperanto era sinónimo de simpatizante comunista. La asociación de este idioma con el movimiento obrero queda reflejada en la película “La ciutat cremada”, de Antoni Ribas sobre la Semana Trágica de Barcelona.
    Aunque ningún país lo ha convertido en lengua oficial, se estima que actualmente cuenta con entre 100.000 y 2.000.000 hablantes. En 1954, la Conferencia General de la UNESCO recomendó el uso y enseñanza del esperanto. En algunos países, se estudia dentro del sistema educativo. Al parecer, entre 1.000 y 10.000 personas son hablantes nativos de esperanto, por haber nacido en una familia esperantista.

    Esta lengua ha interesado a numerosos lingüistas y existe una gran actividad de congresos y publicaciones. En la Brita Esperantista Asocio tienen más de 30.000 libros escritos en esperanto y se han rodado películas en este idioma (Angoroj (1964) de Jacques-Louis Mahé, Incubus (1965) de Leslie Stevens o La eta knabino (1997) del director Samir). Desde 1977, la Iglesia Católica ha emitido programas de radio en el Vaticano y desde 1981 ha celebrado misas en esperanto. Puede deberse a la influencia del polaco del Papa Juan Pablo II, que se expresó en varias ocasiones en este idioma.

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    Nüshu, escritura de mujeres

    El Nüshu o Nü Shu parece despertar mucho interés en los círculos feministas, porque dicen que es un idioma creado por mujeres. En primer lugar hay que aclarar que no se trata de un idioma, sino de un sistema de escritura empleado entre mujeres en la región de Jiang Yong, de la provincia china de Hunan. De hecho nüshu significa 'escritura de mujeres'.
    Aunque se descubrió para los estudiosos alrededor de 1980, su antigüedad se remonta a entre cuatro (Norma Paci) y dieciocho siglos (Wikipedia).
    Las mujeres jóvenes creaban redes sociales y afectivas, denominadas “hermandades juradas”, pero al casarse eran arrancadas de ellas, porque, además de pasar a un mayor control y sometimiento social, muchas veces tenían que trasladarse a otras aldeas y quedaban recluidas en la casa del marido. Marginadas del aprendizaje de la lectura y escritura, crearon su propio sistema para poder comunicarse entre ellas sin conocimiento de los hombres. Si la lengua es un sistema de dominio (por ejemplo, el lenguaje jurídico y técnico, que maneja el poder para dominar al pueblo), también lo es de resistencia contra ese dominio (jergas marginales que tratan de burlar los controles del poder).
    Aunque existen diferentes teorías y leyendas sobre su origen, la mayoría coincide en que el nüshu nació de la necesidad de comunicarse de la mujer joven y aislada. A esto parece deberse que la mayoría de los textos se refiera a los aspectos íntimos y cotidianos de la vida, escritos como diario personal o expresión de reflexiones, esperanzas y miedos.
    Al igual que ocurrió con los caracteres chinos o árabes, los del nüshu, se utilizaron a menudo con fines decorativos y se grababan en vasijas, abanicos o sábanas, manteles y vestidos bordados... Esto favoreció que se mantuviera oculto o, al menos, pasara desapercibido para los hombres. También sirvió para escribir las “cartas del tercer día”, una especie de folletos en tela, en las que las madres aconsejaban a sus hijas para la vida de casada.

    Entre las consecuencias de la existencia de este sistema de comunicación, destaca el hecho de que se produjeran muy pocos suicidios entre las mujeres que lo utilizaban (ver otras relaciones entre lenguaje y suicidio) y que éstas tuvieran un mayor desarrollo cultural que otras mujeres y una actitud más desafiante frente al poder.
    Por este motivo, el Partido Comunista Chino trató de prohibir este “lenguaje de brujas”. La prohibición, junto con el cambio en la forma de vida de las mujeres, tras la Revolución, ha llevado al nushu a la desaparición, tras la muerte de la anciana Yang Huanyi, quien durante la Conferencia de la Naciones Unidas sobre la Mujer (Pekín, 1995) había entregado a los estudiosos cartas, poemas y artículos escritos en ese lenguaje.
    Desde el punto de vista lingüístico, diremos que consta de unos dos mil caracteres que representan sílabas de los idiomas yi y yao. Dicha cantidad de caracteres son la mitad de los necesarios para representar todas las sílabas, por lo que se recurre a dígrafos (es decir, se recurre a dos caracteres para representar una sílaba, al igual que en nuestro idioma recurrimos a dos letras para un solo sonido: ch, ll). Muchos caracteres del nüshu proceden del chino estándar, aunque son más estilizados y de forma rómbica; suelen estar formados por sólo cuatro trazos a los que pueden añadirse puntos o arcos. Se escribe de arriba abajo y de derecha a izquierda.
    Tampoco es cierto que este sistema de escritura se oponga al chino porque representa sílabas en lugar de palabras. El chino no suele representar palabras, sino morfemas monosilábicos; lo que ocurre es que combina pictogramas (monosilábicos) para formar ideogramas (bisilábicos) y fonogramas.

    Actualmente el Gobierno Chino y varias universidades se esfuerzan en salvar la herencia cultural de estos escritos en nüshu. Con ayuda de la Fundación Ford, también se está creando un museo del nüshu, que quiere recoger los aspectos sociales en que se desarrolló este sistema de escritura y estudiar y conservar los textos.
    Por otra parte, la recuperación del nüshu, puede tener consecuencias económicas y sociales inmediatas. Algunas ancianas realizan “cartas del tercer día” para venderlas a estudiosos y turistas, lo que puede desarrollar una incipiente industria local que conlleve el desarrollo económico de las mujeres del lugar.
    En 2002, Lisa See viajó a la provincia de Huan para estudiar esta escritura nüshu, y recogió testimonios de mujeres que la conocían y el testimonio de la última hablante Yang Huanyi. A partir de esa estancia y conocimiento, escribió la novela “El abanico de seda” (Editorial Salamandra, 2006.)

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    Pasillo y paseíllo

    El fútbol y los toros tienen un léxico propio, pero a veces puede confundirse. Esto no debería ocurrir cuando hay tantos entendidos en ambas materias y son dos de las grandes pasiones españolas. Aunque quizá el motivo sea que a los periodistas con deficiente formación les suenen las palabras, pero no sepan su verdadero significado.

    Con motivo de que el Barcelona haya ganado la Copa del Rey y la Liga española, se ha hablado mucho sobre el pasillo o paseíllo que debía hacérsele, para homenajearlo. En un medio de prestigio aparece el titular: “El Mallorca hace el paseíllo al Barça”, con el subtítulo: “Los jugadores del Mallorca hacen el pasillo a los del Barça, antes del encuentro de ayer”. (El País, acceso: 18-5-2009). ¿En qué quedamos: le hicieron el paseíllo o el pasillo? ¿Son sinónimos?

    El paseíllo o paseo es un término taurino que se refiere al desfile, antes de la corrida, de todos los componentes de la lidia: alguacilillos, matadores, subalternos, puntilleros, picadores, monosabios y mulilleros.
    Lo que un equipo de fútbol (u otro deporte) hace al rival que ha obtenido un triunfo notable es un pasillo: los jugadores forman dos “paredes” entre las cuales sale el equipo triunfador del vestuario al terreno de juego.

    Este pasillo de honor en el deporte es una transposición del arco de sables, con el que los militares rinden honores. En su origen, el arco de sables lo formaban los oficiales para que, a través de él, entrara el general en la plaza conquistada: se trataba de una simplificación del arco triunfal. Actualmente se conserva en las bodas de militares: los compañeros del novio forman un arco de sables o de espadas (en el caso de pertenecer a la Armada) a la salida de la Iglesia bajo el que pasan los recién casados: arco de triunfo para quien ha realizado una importante conquista (amorosa)

    En cuanto al deporte, ya dijimos en un artículo anterior que era una metáfora estructural de la guerra.




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    Clasificaremos los gestos según el grado de elaboración cultural que implican. Para ello seguimos el criterio de Desmond Morris.

    Los gestos son actos que envían una señal visual mediante el movimiento de de alguna parte del cuerpo, las manos, los brazos, la cara o de la cabeza, por lo que forman parte de la comunicación no verbal. Para considerar que esos movimientos representan un verdadero gesto, tienen que ser captados por alguien ajeno a quien lo realiza y transmitir información, porque lo importante no son las señales enviadas, sino las recibidas.

    Por su intencionalidad, debería hacerse una primera distinción:

  • Gestos primarios: los que se realizan intencionadamente ante otro (por ejemplo, el saludo con la mano).
  • Gestos secundarios: los actos mecánicos, sin intención comunicativa, pero que involuntariamente transmiten información secundaria (por ejemplo, un estornudo dice sobre nuestro estado de salud).

    Por su nivel de elaboración y complejidad cultural podemos diferenciar los siguientes tipos de gestos:

  • a) Gestos incidentales: Son actos mecánicos que no tendrían, en principio, intención comunicativa, pero de los que los demás obtienen información sobre nosotros, incluso información que pretendíamos ocultar. Si bostezamos o apoyamos la cabeza durante una reunión estaremos diciendo que nos aburrimos. Pero estos gestos incidentales pueden ser utilizados para transmitir un mensaje diferente al original: bostezar intencionadamente durante una conferencia para molestar o insultar al conferenciante. Por el contrario, la cortesía y la buena educación tratan de controlar estos gestos para adaptarlos a las normas sociales.
  • b) Gestos expresivos: Son gestos biológicos muy relacionados con los incidentales, porque en principio tampoco eran actos comunicativos, y podemos compartirlos con algunos animales. Son el resultado de una emoción inmediata o de un estado emocional: alegría, pena, tensión, dolor... Aunque están generalizados en todo el mundo, los gestos expresivos están condicionados por la cultura: el gesto de sorpresa, el llanto o la risa no son iguales en todos los sitios.
  • c) Gestos mímicos: Transmitimos un mensaje por imitación de la realidad, parodiando lo más fielmente posible a una persona, un objeto o una acción, por lo que pueden ser entendidos por personas de otras culturas. Hay que distinguir algunas variantes: la mímica social, cuando simulamos gestos por conveniencia social (sonreímos en una reunión aunque estemos tristes); comunicativa en ausencia de un objeto, cuando bebemos de un vaso imaginario para indicar que tenemos ser; la mímica parcial, cuando acompañando o no a la comunicación verbal representamos algo que no podemos ser: un pájaro, un elefante o la lluvia; la mímica teatral, propia de lo actores.
  • d) Gestos esquemáticos: Son una variante abreviada de los gestos mímicos, porque tratan de representar algo empleando una sola característica muy destacada, aunque no sea de forma totalmente real. Así, la señal de los cuernos representa a los toros, pero existen muchas variantes en función de cada cultura.
  • e) Gestos simbólicos: Suponen un paso más allá de los gestos mímicos, porque se refieren a algo abstracto que no siempre es fácil de expresar. Por esta razón, dependiendo del contexto cultural, un mismo significado puede expresarse con varios gestos y un mismo gesto puede tener varios significados. La estupidez puede expresarse en nuestra cultura golpeando, atornillando o girando el dedo sobre la sien; pero en otras se golpean el codo del brazo levantado o dan vueltas a la mano alzada. Y en Arabia, la expresan tocándose el párpado inferior con el dedo índice, que para nosotros significaría atención, astucia o listeza.
  • f) Gestos técnicos: Forman códigos especializados para actividades técnicas en las que no es posible o no conviene la comunicación verbal y en las que tanto el emisor como el receptor son especialistas: buceadores, bomberos, realizadores de cine, radio o televisión tienen sus propios códigos de gestos.
  • g) Gestos codificados: Suponen lenguajes visuales estructurados porque cada gesto adquiere su valor en relación con el resto. Se basa en una sistematización científica de las señales y el más conocido es la lengua de signos para sordos.


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    El sistema Braille.

    Actualmente, las personas ciegas tienen acceso a los textos escritos gracias al sistema braille de lectura táctil, creado por Louis Braille en 1823.

    Al parecer, fue un ciego árabe llamado Al-Amadi, en el siglo XIII, el primero que utilizó un sistema de lectura táctil para poder reconocer los libros que vendía.
    A principios del siglo XIX, el militar francés Charles Barbier creó un sistema basado en puntos y rayas en relieve para que los soldados pudieran descifrar por la noche los mensajes. Era la llamada "escritura nocturna". Se basaba en representar cada carácter con una combinación de entre dos y doce puntos. Posteriormente trató de convertirlo en un sistema para que pudiera ser utilizado por las personas ciegas. y lo presentó en el colegio de la Institución Real para Niños Ciegos de París, donde se encontraba interno Luis Braille, que había perdido la vista a los tres años.

    Hasta entonces, la mayoría de los métodos de lectura para ciegos se basaban en textos con grandes letras en relieve, por lo que el tamaño que alcanzaban los textos era un problema importante.
    El destino de la mayoría de los ciegos, a lo largo de la historia, había sido la mendicidad y la marginación. Braille pensaba que el acceso a la cultura y la comunicación escrita era el mejor medio para evitar la marginación: "El acceso a la comunicación en su sentido más amplio es el acceso al conocimiento, y eso es de importancia vital para nosotros si no queremos continuar siendo despreciados o protegidos por personas videntes compasivas. No necesitamos piedad ni que nos recuerden que somos vulnerables. Tenemos que ser tratados como iguales, y la comunicación es el medio por el que podemos conseguirlo”.
    Braille partió del sistema de Barbier para desarrollar, en 1823 un nuevo método de lectura basado en la combinación de seis puntos. No se trata de un lenguaje específico, sino de un alfabeto que representa las letras, los números, los signos de puntuación, símbolos científicos y matemáticos, notas musicales...
    La virtud del sistema inventado por Braille fue su sencillez y manejabilidad. Consiste en celdas de seis puntos (dos de ancho por tres de alto), de los que algunos están en relieve. El número y distribución de los puntos marcados indica el símbolo representado. Se utilizan 64 combinaciones básicas y para ampliar las posibilidades se utilizan signos diferenciadores antepuestos. En el braille español, las letras minúsculas, muchos signos de puntuación y algunos otros signos se codifican en una sola celda, pero las mayúsculas y los números se señalan con otra celda antepuesta. Por ejemplo, los diez números (del 1 al 0) se forman utilizando las primeras letras del alfabeto ( a – j ) precedidas de la combinación de “prefijo numérico”.

    Cuando el braille se adapta a idiomas que no utilizan el alfabeto latino, como son el griego, el ruso, árabe o chino, las letras se representan según cómo se transcriben al alfabeto latino. En el caso de su adaptación al japonés y al coreano, se han tenido que reasignar todas las combinaciones para adaptarlo a las pecualiaridades de esos idiomas.

    Actualmente, la Tiflotecnología se encarga de estudiar la forma en que se pueden adaptar para los ciegos o personas con problemas de visión los desarrollos técnicos y tecnológicos: equipos y programas informático, impresoras de braille, telelupas, sintetizadores de, braille hablado, etc.
    De esta forma, se ha podido actualizar con los nuevos signos incorporados en la escritura con tinta o en la informática. Existen comisiones de expertos que proponen las combinaciones y procuran su difusión.

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    Quizá haya pensado sentar a su bebé frente al televisor, y bombardearlo con toda una colección de dibujos animados en inglés para que aprenda el idioma desde pequeñito. No se esfuerce. Así, el niño nunca aprenderá inglés.

    Marvin Harris, en su libro Antropología cultural cuenta el caso del hijo de un matrimonio de sordos. El niño tenía unas capacidades normales para oír y comprender, y los padres creyeron que dejándole ver y oír la televisión llegaría a aprender inglés. Se daba la circunstancia de que el niño, por otros problemas de salud, no salía de casa y sólo se relacionaba con personas que utilizaban el Ameslan (Lengua de signos americana, utilizada por los sordos).
    La capacidad lingüística natural de los humanos, permitió a este niño, que con tres años pudiera llegar comunicarse perfectamente mediante la lengua de signos, mientras que seguía sin saber nada de inglés.

    Ninguna lengua se aprende con tan solo escucharla. Los niños aprenderán la lengua escuchándola muchas veces, es cierto; pero también con los ejercicios a los que se les someta: repetición incansable de un sonido o una palabra asociada a un objeto, el premio y halago por cualquier balbuceo o pronunciación, preguntas que no esperan respuesta, respuestas que desearíamos oír de ellos...
    Podemos observar que el aprendizaje es progresivo: desde sonidos o fonemas hasta llegar a las estructuras sintácticas complejas, pasando por pequeñas palabras, frases sencillas, reglas sintácticas básicas, la ampliación del vocabulario... Y todo ello gracias a que motivamos continuamente al niño para que pruebe y mejore sus conocimientos lingüísticos mediante la interrelación con otras personas, fundamentalmente a través preguntas y respuestas:
    Cuando aún no se ha soltado a hablar, los adultos preguntamos infinidad de veces al niño: ¿quién es el niño más guapo?, ¿quién te quiere más que mamá? ¿está buena la papilla?... Cuando el niño adquiere cierto nivel de soltura es él quien nos agota con infinidad de preguntas: mamá (o papá) ¿por qué haces eso?, ¿por qué tengo que ir al cole?, ¿por qué la leche es blanca?...

    El niño al que se refiere Marvin Harris tuvo oportunidad de ver la lengua de signos e interactuar con personas que la conocían; tuvo la oportunidad de oír el inglés en la televisión, pero no podía prácticalo con otros hablantes en situaciones concretas, por eso no podía aprenderlo.

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