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Tipos de gestos

Clasificaremos los gestos según el grado de elaboración cultural que implican. Para ello seguimos el criterio de Desmond Morris.

Los gestos son actos que envían una señal visual mediante el movimiento de de alguna parte del cuerpo, las manos, los brazos, la cara o de la cabeza, por lo que forman parte de la comunicación no verbal. Para considerar que esos movimientos representan un verdadero gesto, tienen que ser captados por alguien ajeno a quien lo realiza y transmitir información, porque lo importante no son las señales enviadas, sino las recibidas.

Por su intencionalidad, debería hacerse una primera distinción:

  • Gestos primarios: los que se realizan intencionadamente ante otro (por ejemplo, el saludo con la mano).
  • Gestos secundarios: los actos mecánicos, sin intención comunicativa, pero que involuntariamente transmiten información secundaria (por ejemplo, un estornudo dice sobre nuestro estado de salud).

    Por su nivel de elaboración y complejidad cultural podemos diferenciar los siguientes tipos de gestos:

  • a) Gestos incidentales: Son actos mecánicos que no tendrían, en principio, intención comunicativa, pero de los que los demás obtienen información sobre nosotros, incluso información que pretendíamos ocultar. Si bostezamos o apoyamos la cabeza durante una reunión estaremos diciendo que nos aburrimos. Pero estos gestos incidentales pueden ser utilizados para transmitir un mensaje diferente al original: bostezar intencionadamente durante una conferencia para molestar o insultar al conferenciante. Por el contrario, la cortesía y la buena educación tratan de controlar estos gestos para adaptarlos a las normas sociales.
  • b) Gestos expresivos: Son gestos biológicos muy relacionados con los incidentales, porque en principio tampoco eran actos comunicativos, y podemos compartirlos con algunos animales. Son el resultado de una emoción inmediata o de un estado emocional: alegría, pena, tensión, dolor... Aunque están generalizados en todo el mundo, los gestos expresivos están condicionados por la cultura: el gesto de sorpresa, el llanto o la risa no son iguales en todos los sitios.
  • c) Gestos mímicos: Transmitimos un mensaje por imitación de la realidad, parodiando lo más fielmente posible a una persona, un objeto o una acción, por lo que pueden ser entendidos por personas de otras culturas. Hay que distinguir algunas variantes: la mímica social, cuando simulamos gestos por conveniencia social (sonreímos en una reunión aunque estemos tristes); comunicativa en ausencia de un objeto, cuando bebemos de un vaso imaginario para indicar que tenemos ser; la mímica parcial, cuando acompañando o no a la comunicación verbal representamos algo que no podemos ser: un pájaro, un elefante o la lluvia; la mímica teatral, propia de lo actores.
  • d) Gestos esquemáticos: Son una variante abreviada de los gestos mímicos, porque tratan de representar algo empleando una sola característica muy destacada, aunque no sea de forma totalmente real. Así, la señal de los cuernos representa a los toros, pero existen muchas variantes en función de cada cultura.
  • e) Gestos simbólicos: Suponen un paso más allá de los gestos mímicos, porque se refieren a algo abstracto que no siempre es fácil de expresar. Por esta razón, dependiendo del contexto cultural, un mismo significado puede expresarse con varios gestos y un mismo gesto puede tener varios significados. La estupidez puede expresarse en nuestra cultura golpeando, atornillando o girando el dedo sobre la sien; pero en otras se golpean el codo del brazo levantado o dan vueltas a la mano alzada. Y en Arabia, la expresan tocándose el párpado inferior con el dedo índice, que para nosotros significaría atención, astucia o listeza.
  • f) Gestos técnicos: Forman códigos especializados para actividades técnicas en las que no es posible o no conviene la comunicación verbal y en las que tanto el emisor como el receptor son especialistas: buceadores, bomberos, realizadores de cine, radio o televisión tienen sus propios códigos de gestos.
  • g) Gestos codificados: Suponen lenguajes visuales estructurados porque cada gesto adquiere su valor en relación con el resto. Se basa en una sistematización científica de las señales y el más conocido es la lengua de signos para sordos.


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    El pelo dice la edad.

    El pelo diferencia a las personas por su edad, además de hacerlo por su sexo, como ya vimos.

    En la infancia el pelo se limita a cubrir la cabeza. Ni los niños, ni las niñas tienen pelo en otras zonas de su cuerpo.

    El nacimiento de pelo en otras partes del cuerpo, más allá de la cabeza, marca el paso de la infancia a la adultez, además de destacar las diferencias sexuales entre los hombres y las mujeres.

    La barba, el bigote y el pelo en el pecho, las axilas y el pubis diferencian a un niño de un adulto. Estos signos nos dan información muy valiosa porque permiten diferencias muy importantes para la vida social entre dos varones de igual altura, de igual peso, con la misma cantidad y color de pelo en la cabeza si uno tiene barba y el otro aún carece de ella.

    Sobre la depilación del cuerpo de los hombres y del pubis (masculino o femenino), quizá podríamos preguntarnos si no es un síntoma de infantilización de la sociedad, o de paidofilia, disfrazado de preocupación higiénica.

    En los adultos, las canas surgen como un anticipo de la vejez. Cuando la esperanza de vida era limitada, llegar a “peinar canas” suponía un éxito vital y una respetabilidad. Actualmente, en los países occidentales, los jóvenes son menos que los viejos. Se exalta la juventud, se considera que la vejez es una carga y las canas ya no son símbolo de sabiduría, sino de estar anticuado. Nadie quiere ser una antigualla, ni ser retirado del mercado (laboral, social o sexual) por lo que se recurre a teñir el cabello y disimular la edad real. No obstante, el tinte tiene diferente consideración entre hombres y mujeres, como ya dijimos al hablar de la significación sexual del pelo.

    También, con la edad, bastantes hombres pierden el pelo de la cabeza. Al no ser un hecho tan generalizado, la calvicie supone una cierta penalización social y no implica connotaciones positivas que pueden asociarse a las canas. Una penalización es el que se les llame “calvos” (los no-calvos no reciben un apelativo especial) y sea frecuente oír: "Fulano, como está calvo, parece mayor”.
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    El pelo y la identidad sexual

    Desmond Morris dijo que el hombre era “el mono desnudo”, porque nuestro cuerpo no está cubierto de pelo que nos proteja. Esa desnudez nos diferencia de nuestros parientes los simios. No obstante, en algunas partes del cuerpo, los humanos conservamos pelo con diferentes funciones o significados.

    Es evidente que el pelo no está distribuido de igual forma en los hombres que en las mujeres.

    En la infancia, el pelo se limita a cubrir la cabeza tanto en los varones y como en las hembras. La sociedad corresponde a esta no diferenciación y trata a ambos sexos, en general, de forma más igualitaria que en la edad adulta, a pesar de que el cabello se corte y peine con intención diferenciadora.

    El nacimiento de pelo en el cuerpo, es el síntoma de que la persona se hace adulta y abandona la infancia, teóricamente asexuada. En la adultez, la distinción del sexo tiene una gran importancia, tanto biológica como social, y el pelo que nos proporciona la naturaleza colabora a destacar la identidad sexual.
    El pelo natural más diferenciador entre hombres y mujeres es el facial: barba y bigote. No es casual que sea la parte más visible en las relaciones sociales. El pelo del pecho es un rasgo considerado de especial masculinidad.
    En otras partes del cuerpo (axilas, piernas, brazos), surge tanto en el caso de las mujeres como de los hombres, aunque sea más abundante en su caso. En esas zonas del cuerpo, las mujeres de las sociedades más modernas evitan mostrarlo, recurriendo a la depilación. Es posible que, con ello, busquen distanciarse de lo masculino y compensar la tendencia a la igualación laboral, social, conductual o incluso en el vestuario. Actualmente son los hombres más jóvenes los que, en esto de la depilación, como en lo del teñido del cabello, tienden a la igualación con las mujeres y son cada vez más los que evitan el pelo en el cuerpo.
    En nuestra sociedad, todavía no significa lo mismo teñirse el pelo para las mujeres que para los hombres.
    El tinte es habitual entre las mujeres. Antes de que salgan las canas, con fines puramente estéticos; cuando empiezan a tenerlas, para disimular la edad y conservar un aspecto más joven y atractivo. Cuando una mujer decide no teñirse, o quiere subrayar su personalidad, por encima de la valoración social o transmite que ya ha renunciado a atraer posibles parejas sexuales.
    En cambio, los hombres no suelen recurrir al tinte. Aunque muchos jóvenes sí lo hacen actualmente, por gusto estético o por sentimiento de pertenencia a un grupo, en la madurez no es habitual y sigue siendo penalizado como un rasgo feminoide. Las canas en los hombres no están penalizadas estéticamente como las de las mujeres, y son valoradas socialmente porque sugieren la idea de ‘madurez’, ‘responsabilidad’, ‘sabiduría’.

    Con respecto a la calvicie, aunque en la femenina es excepcional, vuelve a darse la doble consideración entre hombres y mujeres. Una mujer calva, es impelida a utilizar peluca y puede reconocer abiertamente que la usa. La falta de pelo en la cabeza implica una cierta derrota para el hombre, pero está mejor considerado quien la soporta con cierta naturalidad que quien trata de disimularla. Un calvo con peluca, o con peinado tipo ensaimada para disimular la calvicie, suele ser motivo de burla o, al menos, de callado desprecio. No hay mayor ofensa para un calvo disimulado que hablar de esos trucos en su presencia, como refleja la expresión “ni hablar del peluquín”.

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