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Redundancia y pleonasmo

Diferenciar entre redundancia y pleonasmo no siempre es fácil. 
Ambos términos se refieren a la repetición innecesaria de términos; pero mientras que hablar de redundancia suele tener connotaciones negativas y se considera un vicio de expresión, el pleonasmo se considera una figura estilística. 
Sin embargo, los límites entre ambos conceptos no están bien definidos y no resulta fácil hacer una diferenciación tajante. Lo que unos consideran redundancia, otros lo consideran pleonasmo; e incluso, algunos lingüistas afirman que se trata de la misma cosa. 
La redundancia semántica repite el significado o semas de otra palabra a la que acompaña. Cuando la repetición no solo es semántica, sino de la misma palabra o de palabras con el mismo lexema, suele hablarse de redundancia léxica

La redundancia, aunque es rechazable cuando no añade ningún matiz semántico, ni estilístico, especialmente en los registros más formales, puede favorecer la claridad (cuando una palabra es polisémica o su significado no es evidente para todo el mundo) o justificarse por añadir expresividad o énfasis al discurso. También es perdonable en un discurso coloquial o si es fruto de la espontaneidad. 
El ejemplo de “un arsenal de armas” podría ser un caso de redundancia viciosa si consideramos que “arsenal”, en su segunda acepción (DRAE), es ‘depósito o almacén general de armas’, pero creemos que se trata de una redundancia desambiguadora porque “arsenal”, también es un ‘establecimiento militar o particular en que se construyen, reparan y conservan las embarcaciones […]’ 
“Lo vi con mis propios ojos” también es una redundancia admisible cuando se quiere enfatizar y ser contundente en una afirmación de la que no se tiene ninguna duda, porque se fue testigo de ello. No es por que nos lo hayan contado, lo hayamos imaginado, ni por que estemos absolutamente convencidos, sino porque estábamos presentes cuando ocurrió. 
El pleonasmo, en general, se valora como uno de los recursos del lenguaje poético con fines expresivos y estilísticos. El Diccionario de la Academia lo define como una ‘figura de construcción’ propia de la Retórica, porque con “vocablos innecesarios” se “añade expresividad a lo dicho”: 
“Ciego que nada ve, ¿quiere hacer una merced?”. (Romance de La Virgen y el ciego). 
“Ya ejecuté, gran señor, tu justicia justa y recta”. (El burlador de Sevilla, Tirso de Molina, 1613). 
 “Mal o peor has de callar la boca, que no estás en tu casa”. (Guzmán de Alfarache, Mateo Alemán, 1604).
Asimismo, al enfatizar el sentido de la frase, el pleonasmo contribuye a fijar en el receptor la idea que interesa al emisor. Por esta razón, los políticos abusan de las repeticiones léxicas y semánticas en sus discursos. 
Más allá del pleonasmo encontramos el datismo. El datismo es la acumulación, de términos sinónimos o muy parecidos, en una misma frase. El DRAE, en su nota etimológica, lo considera una falta (“De 'Datis', nombre del sátrapa persa que combatió en Maratón y que incurría con frecuencia en esa falta”) y lo define como el ‘empleo inmotivado de vocablos sinónimos’. Sin embargo, al no existir demasiados sinónimos absolutos, suele emplearse este recurso con fines estilísticos o afán de precisión conceptual: “Hay que buscar la victoria, el triunfo, el renombre, la gloria, la fama…”

Ejemplos de redundancias (o pleonasmos):  (En cursiva se indican los elementos redundantes, de los que se podría prescindir)
Completamente abarrotado. (Abarrotado: ‘completamente lleno, atestado’).
Acceso de entrada. (Acceso: ‘entrada o paso’).
Accidente fortuito. (Accidente: ‘suceso eventual que altera el orden regular de las cosas o del que involuntariamente resulta daño’; fortuito: ‘que sucede inopinada y casualmente, por azar’).
El momento más álgido. (Álgido: ‘culminante’ [lo más elevado]).
Antecedentes previos. (Previo: anticipado, que va delante o que sucede primero).
Aterido de frío. (Aterido: ‘pasmado de frío’).
Autosuicidio. (Suicidarse: prnl.’Quitarse voluntariamente la vida’).
Bajar abajo.
Base fundamental. (Base: ‘fundamento o apoyo principal de algo’).
Beber líquidos. (Beber: ‘ingerir un líquido’).
Bifurcarse en dos direcciones. (Bifurcarse: ‘dividirse en dos ramales, brazos o puntas’).
El más extremo.(Extremo: ‘que está en su grado más intenso, elevado o activo’).
Cita previa. (Cita: ‘asignación de día, hora y lugar para un encuentro’; ‘reunión o encuentro entre dos o más personas, previamente acordado’).
Colofón final. (Colofón: ‘remate, final de un proceso’).
Crespón negro. (Crespón: ‘tela negra que se usa en señal de luto’).
Deambulando sin rumbo. (Deambular: ‘andar, caminar sin dirección determinada’).
Divisa extranjera. (Divisa: ‘moneda extranjera referida a la unidad del país de que se trata’).
Doblar (las campanas) a muerto. (Doblar [16]: ‘tocar a muerto’).
Entrar dentro.
Erario público. (Erario: ‘hacienda, conjunto de las rentas, impuestos y demás bienes de cualquier índole regidos por el Estado o por otros entes públicos’).
Estafeta de correos. (Estafeta: ‘casa u oficina del correo; oficina donde se reciben cartas para llevarlas al correo general’).
Funcionario público. (Funcionario: ‘persona que desempeña profesionalmente un empleo público’).
En el hipotético supuesto. (Supuesto: ‘suposición, hipótesis’).
Hijo primogénito. (Primogénito: ‘el hijo que nace primero’).
Insistir reiteradamente, volver a insistir. (Insistir: ‘instar reiteradamente, repetir’).
Lapso de tiempo. (Lapso: ‘tiempo entre dos límites’).
Libido sexual. (Libido: ‘deseo sexual’).
Mendrugo de pan. (Mendrugo: ‘pedazo de pan duro o desechado’).
Macedonia de frutas. (Macedonia: ‘ensalada de frutas’).
Machismo contra las mujeres. (Machismo: ‘actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres’).
Nexo de unión. (Nexo: ‘nudo, unión, lazo, vínculo’).
Niños y niñas de ambos sexos.
Optimizar al máximo. (Optimizar: ‘buscar la mejor manera de realizar una actividad’; máximo: ‘límite superior o extremo a que puede llegar algo’).
Participación activa. (Participar: ‘tomar parte [una persona] en algo’).
Peluca postiza. (Peluca: ‘cabellera postiza’).
Personas humanas. (Persona: ‘individuo de la especie humana’).
Prever con antelación. (Prever: ‘ver con anticipación’).
Propia idiosincrasia. (Idiosincrasia: ‘rasgos, temperamento, carácter, etc., distintivos y propios de un individuo o de una colectividad’).
Protagonista principal. (Protagonista: ‘personaje principal’).
Proyectos de futuro. (Proyecto: ‘designio o pensamiento de ejecutar algo’).
Puño cerrado. (Puño: ‘mano cerrada’).
Repetir otra vez; volver a repetir. (Repetir: ‘volver a hacer lo que se había hecho, o decir lo que se había dicho’).
Salir afuera.
Subir arriba.
Totalmente calcinado. (Calcinar: ‘abrasar por completo, especialmente por el fuego’).
Túnel subterráneo. (Túnel: ‘vía subterránea abierta artificialmente para el paso de personas y vehículos’).
Vigente en la actualidad. (Vigente: ‘que está en vigor y observancia’).

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Sonidos de los animales salvajes

¿Cómo se llama la voz o sonido que hace un elefante, una pantera o un delfín?
Nuestra pobreza léxica para referirnos a las voces de los animales salvajes o no domesticados es consecuencia del desconocimiento y poca utilidad inmediata de estos animales. Las palabras utilizadas suelen ser creaciones onomatopéyicas y muchas de ellas están tomadas, por parecido acústico, de las que se emplean para referirnos a las voces de algunos animales domésticos o a ciertas emisiones vocales de los humanos (silbar, chillar, gritar...).
La subjetiva percepción de los sonidos, unida al desconocimiento o poca utilización de las palabras específicas que hay, nos ha llevado a una enorme confusión cuando se nombran las voces propias de los animales salvajes: una misma palabra sirve para los sonidos de distintos animales y al emitido por un mismo animal se le denomina de diferentes formas. En el caso de los animales con interés cinegético (como el ciervo, el jabalí o la perdiz) el léxico suele ser más rico y refleja el interés por diferenciar los distintos sonidos del animal, según la situación en que se encuentre.

Cantar y canto son los términos extensos o palabras generalizadas empleadas para referirse a las voces de numerosas aves, aunque existen términos específicos. La perdiz es el animal para el que hemos encontrado más palabras aplicadas a sus diferentes cantos; la importancia y tradición de su caza se plasma en el léxico: para el canto corriente de la perdiz se emplean los verbos chuchear o chuchiar; si se siente acosada emiten el ajeo (derivado del verbo ajear); si la hembra canta para llamar a los pollos, se dice que titea; cuando la perdiz macho está en celo, piñonea o castañetea.
El llamado canto del cisne, se produce cuando el cisne vozna. Los verbos utilizados para referirse al cantar de las aves rapaces nocturnas (el búho, la lechuza, el mochuelo y la úlula o autillo) son ulular, sisear, silbar, chascar o chasquear y sus voces se llaman siseo, silbido o chasquido. El sonido propio de los córvidos (el cuervo, el grajo o la urraca) es el graznido, aunque también se dice que grajean e incluso que hablan o cantan según el sonido imitado de otras especies. Lo que hace la gaviota es chiar, un continuo e insistente piar. Para especificar el canto de la alondra se emplea trisar o gorjear; para la voz de la golondrina, chirriar y trisar. Las tórtolas, en estado de celo, zurean o arrullan con un sonido vibratorio y monótono llamado zureo o arrullo. El chorlito emite un silbido parecido al humano, por lo que se dice que silban. El típico sonido de la cigüeña no es una voz: crotorar es producir ese sonido mediante el repetido golpeo del pico.
Para las voces de animales que han sido cazados tradicionalmente en el entorno de los hablantes del castellano tenemos que el ciervo bala, brama o berrea (se llama berrea al concierto de bramidos que emiten cuando los machos compiten entre sí en época de celo); el gamo también bala, aunque gamitar es un verbo más específico y, en época de celo, el gamo macho ronca para llamar a las hembras; el ladrido o la ladra es el sonido ronco, muy sonoro y seco que lanzan los corzos adultos, en situación de peligro y, entre los machos, en época de celo; para expresar la amenaza, la sumisión o el acercamiento protocolario los corzos emiten el piído, una repetición de sonidos poco audibles, agudos y prolongados.
Lo que hace el jabalí, como pariente salvaje del cerdo, es gruñir; rebudiar cuando el gruñido se debe a que siente gente cercana o le da viento de ella y arruar cuando gruñe perseguido por el cazador o los perros. Aullido se llama al sonido característico y temido que lanza el lobo; y el gañido es una especie de ladrido propio de los zorros hambrientos.

En cuanto a los sonidos de pequeños animales, decimos que la rata chilla; el ratón musita. La rana croa; el grillo grilla o estridula; la langosta y la cigarra rechinan, chirrían o estridulan (emiten estridor); aunque es frecuente que se empleen los términos extensos cantar y canto, aplicados a las ranas, grillos y cigarras.

Entre los grandes mamíferos africanos, el elefante es el animal más conocido, por lo que se emplean más verbos para referirse a la emisión de su berrido o barrito: berrear, barritar o bramar. Del rinoceronte también se dice que barrita o berrea y del hipopótamo, que brama. Del león, todos diremos que ruge y es conocido su rugido; pero al rugir de la pantera también se le dice himplar. Del tigre, por asociación tanto a los leones como a los gatos, se dice que maúlla o que ruge. De los monos, que gritan o chillan.
Los aullidos son los sonidos propios de los coyotes y chacales, cánidos como el lobo y el zorro. Aunque las hienas también aúllan, es sabido que el sonido característico de las hienas es su risa, sonido semejante a una carcajada que emiten cuando encuentran carroña o están en celo.

Quizá por la referencia mitológica de los cantos de sirena, aunque sería extraño oir decir que los cetáceos cantan, el sonido que emiten si es denominado canto: el canto de las ballenas o de los delfines...

Como en el artículo anterior, te pedimos que si conoces o utilizas otras palabras referidas a los sonidos de los animales salvajes, las incluyas en un comentario. Gracias.

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Los sonidos de los animales domésticos

¿Qué sonido hace cada animal? ¿Qué verbo se usa en cada caso?

En castellano, los sonidos de los animales domésticos suelen recibir un nombre específico, y a la acción de emitirlos le corresponde un verbo. La mayoría de las palabras pertenecientes a este campo semántico tienen un origen onomatopéyico, lo cual parece plenamente justificado por tener referentes sonoros. Estas palabras han actuado como moldes conceptuales para los sonidos de los animales salvajes y, a medida que se han ido conociendo, se les han aplicado términos que ya se usaban para los domésticos: mugir, bramar, gruñir...

El conocimiento directo de los animales domésticos y la importancia que tienen en nuestra cultura, deberían conllevar una gran especialización de las palabras por la necesidad de diferenciación. Sin embargo, no es extraño encontrar un mismo término para referirse a sonidos acústicamente parecidos, pero que emiten animales distintos. Así, por ejemplo, se considera que tanto la cabra como la oveja balan, y el balido es su voz común, o que son numerosas las aves que cantan. Curiosamente, el idioma se esfuerza en diferenciar los distintos tipos de sonidos que emiten el perro y el gato, los dos animales que más íntimamente comparten el espacio con el hombre.

El toro y la vaca mugen (el sonido genérico se llama mugido), pero el toro bravo herido, o en celo, brama; y la vaca remudia para llamar al ternero, que berrea. La cabra, la oveja y el cordero balan. El cerdo gruñe y, cuando se le acosa o hiere, chilla.
El caballo y la yegua relinchan, y el sonido se llama relincho; pero también se dice que bufan, si dan un resoplido furioso. El burro y la mula, rebuznan (rebuzno) o roznan (roznido).
¿Cómo se llama el sonido del conejo y la liebre?: chillido, porque se considera que chillan; y cuando están amenazados o furiosos, gruñen o bufan. Los sonidos del pato, el ganso o el pavo se llaman graznidos, y los verbos utilizados son gaznar o graznar y parpar. Al pavo también se le aplica gluglutear, cuando emite monótonamente un sonido glu-glu, y, en Salamanca, que un pavo tita (de titar, otro verbo onomatopéyico) cuando grazna para llamar a la manada. Las palomas, en estado de celo, zurean o arrullan con un sonido monótono y levemente vibratorio que recibe el nombre de zureo o arrullo. El gallo y la gallina cacarean, pero cuando el gallo emite un sonido más llamativo y diferenciado (el quiquiriquí), se dice que canta; por otra parte, la importancia de saber cuándo está clueca una gallina, se refleja en darle un nombre distinto a su cacarear: cloquear (el cloqueo, de cloc, cloc). Piar, pipiar y piolar son los verbos que se refieren a los sonidos emitidos por los pollos y, en general, por las crías de muchas aves y las hembras de los pájaros de canto (canarios o jilgueros). Los bellos sonidos que emiten los machos de estas especies reciben el nombre de canto, trino o gorjeo.

Mayor riqueza léxica existe para referirse a los sonidos de perros y gatos.
El verbo ladrar y el sustantivo ladrido, son las palabras empleadas para referirse el sonido que hace el perro. Pero el español ha dispuesto otros términos para matizar los sonidos que hace el perro. Aullar es lanzar aullidos ‘voz aguda y prolongada, que puede considerarse triste’; gañido (de gañir) es el ‘aullido corto y repetido que emite cuando es maltratado’; latidos (de latir) son los ‘ladridos entrecortados que da al ver o seguir la caza o sufre un dolor repentino’; regañar y arrufar significan que ‘el perro, sin ladrar, emite gruñidos roncos, mostrando los dientes e hinchando las narices y el hocico’.
Aunque maullido es el nombre genérico del sonido del gato; y al maullar también se le denomina mayar, miar o miagar (en Cantabria y Asturias). Hay otros términos más específicos, como marramizar y hacer marramao ‘maullido característico en época de celo’, ronronear y ronroneo ‘especie de ronquido que emite en señal de contento’, bufar o fufar y bufido ‘soplido amenazante’.

Además de las que desconocemos, seguramente hemos olvidado otras palabras que se refieren a los sonidos que emiten los animales domésticos. ¿Conoces alguna palabra de la lengua general o propia de tu zona, que podamos incluir?

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Palabras con las cinco vocales.

Palabras con las cinco vocales

Encontrar palabras pentavocálicas (es decir palabras que tengan las cinco vocales de nuestro idioma) es un entretenimiento intelectual sin utilidad práctica. En el mejor de los casos puede ser un divertimento poético, como el de construir palíndromos.
A menudo se dan listados de palabras con las cinco vocales, pero casi siempre se hacen desde un punto de vista ortográfico y rara vez desde el punto de vista fonético. Por este motivo se incluyen palabras que incluyen la u como elemento de los dígrafos gu- o qu-, pero sin realización fonética: son los falsos pentavocálicos. Por otra parte, aunque se acepten, podría discutirse sobre las palabras en las que i / u no son vocales propiamente dichas, sino semivocales o semiconsonantes que forman parte de un diptongo.
Hay que advertir que, como es frecuente hacerse trampas el solitario, en los listados suelen aparecer numerosos términos sin entrada propia en los diccionarios: se trata de formas verbales (sólo deberían aceptarse los infinitivos y participios usados como adjetivos), plurales y diminutivos de sustantivos y adjetivos. Según nuestro criterio, son aceptables las formas nominales en femenino y los nombres propios simples, aunque no los compuestos (Julio César) ni las uniones de nombre y apellido (Julia Roberts o Martín Lutero)
Palabras pentavocálicas:
Abrenuncio, aceituno, adulterio, agujerito, aperturismo, auténtico, ayuntamiento, bielorrusa, comunicante, concurrencia, contumelia, denunciado, descuidado, ecuación, educación, encubridora, encubridora, ensuciado, entusiasmo, escuálido, estimulador, eufonía, euforia, eutrapelia, funerario, guadijeño, guarnecido, gubernativo, irresoluta, manutención, menstruación, metalúrgico, meticulosa, muestrario, murciélago, numerario, peliagudo, perturbación, repudiado, reticulado, reumático, subdirectora...
También merecen ser incluidos en esta categoría de pentavocálicos los antropónimos Aurelio, Eufrasio, Eulalio, Eulogia, Laudelino... y los topónimos: Bustarviejo, Fuengirola, Orihuela...
En cambio, no aceptamos formas verbales, plurales o diminutivos que no tienen entrada en el diccionario: abuelito, auditores, averiguo, cuadernito...

Falsas pentavocálicas:
Aguerrido, ariqueño, arquetipo, arquitecto, barquillero, dominguera, esquilado, esquilador, estanquillo, guitarrero, iroquesa, jerárquico, lloriquear, menorquina, milonguera, Mozambique, proseguida... La letra u no se pronuncia, es un componente de los dígrafos qu- y gu-, que representan los fonemas /k/ y /g/ ante las vocales e / i.

Estas palabras sólo son algunas de las muchas que existen. Si conoces otras, puedes proponerlas en los comentarios para incluirlas. Muchas gracias.

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Hablar y callar en el refranero.

Consejos para escribir mejor.

¿Cómo podemos mejorar nuestra redacción? Perfeccionando nuestro conocimiento de la lengua y prestando atención al estilo. Aquí ofrecemos una serie de consejos que ayudan a conseguir un estilo más cuidado.

1- Buscar la eufonía:El texto, al ser leído, debe sonar elegante o, al menos, que no contenga cacofonías. En poesía, las aliteraciones, paronomasias y rimas pueden ser de gran importancia estilística, pero en la prosa deben ser evitadas porque “suenan mal”.

2- Utilizar un léxico preciso.Algunas palabras polisémicas pueden terminar convirtiéndose en comodines que se repiten en cualquier contexto y dan lugar a un estilo poco elegante que manifiesta pobreza léxica.
Los verbos hacer, tener, haber, poner, ser, decir o dar pueden sustituirse, a menudo, por otros que expresen la idea con más precisión.
También hay que evitar la adjetivación inexpresiva que es consecuencia del empleo de adjetivos de uso muy frecuente y significación imprecisa (bonito, feo, maravilloso, precioso, horrible…) o que aparecen en construcciones redundantes y estereotipadas (el alto rascacielos, tener plena confianza, la palpitante actualidad, el sincero pésame…).
3- Evitar la ambigüedad.
No deben producirse ambigüedades léxicas ni sintácticas. La ambigüedad léxica aparece al utilizar palabra polisémica u homónima de otra en un contexto en el que se puede entender con más de un significado. La ambigüedad sintáctica surge cuando la frase puede entenderse de más de una forma como consecuencia de una mala construcción o de que alguno de sus elementos puede desempeñar más de una función sintáctica.
En algunas ocasiones la ambigüedad procede de usos incorrectos o intencionados. Otras veces la ambigüedad procede de la homonimia y la confusión semántica.

4- Construir adecuadamente las frases, sin caer en la monotonía.
El orden lineal de la frase facilita la claridad del enunciado, pero si no se varía a lo largo del texto, el ritmo podrá resultar monótono. Por esto se debe alterar a veces el orden lógico de los elementos mediante el hipérbaton, que suele responder a razones de tipo psicológico o rítmico. Un buen estilo debe buscar el equilibrio y evitar el abuso del hipérbaton. En poesía y en numerosas frases hechas y refranes son frecuentes los hipérbatos con función expresiva, pero en la prosa no artística nunca deben resultar forzados ni agramaticales. (¿Cuál es el plural de hipérbaton? La RAE recomienda 'hipérbatos').

5- Procurar que nuestra expresión sea concisa.Todas las palabras utilizadas deben estar justificadas porque aporten nuevos significados, tengan una función expresiva o estén exigidas por la sintaxis. Hay que evitar las redundancias (asomarse al exterior, mendrugo de pan, salir afuera..) los sinónimos consecutivos (actitud clara y manifiesta, presentamos y proponemos esta solución…), las secuencias y adverbios de relleno sin valor semántico ni sintáctico (expresiones del tipo bien es verdad que, pura y simplemente o cualquier otra que termina convirtiéndose en una muletilla: por consiguiente, mire usted…). También es más conciso utilizar una palabra que sustituirla innecesariamente por un circunloquio ('tener preferencia por' es preferir, 'tener la opinión de' es opinar).

6- Buscar la sencillez y la naturalidad en la expresión.
Los períodos excesivamente largos con profusión de oraciones subordinadas dificultan la comprensión del contenido. El abuso de las oraciones pasivas y del gerundio produce sensación de monotonía, pesadez y grandilocuencia. La utilización de un léxico basado en eufemismos, neologismos o extranjerismos innecesarios, puede llevarnos a la pedantería y no nos hará parecer más cultos ni entendidos en la materia. Ser naturales tampoco significa recurrir a las frases hechas, los refranes y los tópicos, cuando podemos expresar la misma idea con nuestras propias palabras.

Prestando un poco de atención al escribir, podremos conseguir un estilo más elegante, claro, preciso, conciso y aparentemente natural.

Artículos relacionados:
Biblioteca de cabecera.
Páginas web de las que aprendemos.
Palabras con las cinco vocales

Páginas web en las que aprendemos

Estas son algunas de las páginas web que visitamos a menudo para aprender, documentarnos tomar ideas para nuestro blogo:

Diccionario de la lengua española, Real Academia Española
Diccionario panhispánico de dudas, Real Academia Española
Centro Virtual Cervantes, Instituto Cervantes
Fundéu. Fundación Español Urgente
El cajetín de la lengua,
Ana Mª Vigara Tauste
Elcastellano.org La página del idioma español Blog de lengua española, Alberto Bustos

Eldígoras Portal de lengua
Foros de WordReference

Si conoces alguna otra que pueda resultar interesante para los lectores de este blogo, puedes comunicárnoslo en los comentarios.

Biblioteca de cabecera

Estos son algunos de los libros que manejamos con frecuencia para aprender, resolver nuestras dudas y obtener ideas sobre las que escribir en este blogo.
Con esta breve bibliografía, declaramos nuestras principales fuentes a la vez que puede ayudar a quienes empiecen a interesarse por la lengua española.

Agencia Efe, Manual de español urgente, 6ª ed., Madrid, 1989.
Emilio Alarcos Llorach, Gramática de la lengua española, Madrid, 1994.
Fundación del Español Urgente, Compendio ilustrado y azaroso de todo lo que siempre quiso saber sobre la lengua castellana, Barcelona, 2012
José Luis García Remiro, ¿Qué queremos decir cuando decimos...?, Madrid, 2004
Leonardo Gómez Torrego Manual de español correcto, Madrid, 1989
Rafael Lapesa, Historia de la lengua española, 9ª ed., Madrid, 1984.
Fernando Lázaro Carreter, El dardo en la palabra, Barcelona, 1997.
José Martínez de Sousa, Diccionario de ortografía, Madrid, 1985.
Ramón Menéndez Pidal, Manual de gramática histórica española, 18ª ed., Madrid, 1985.
María Moliner, Diccionario de uso del español, 2ª ed., Madrid, 1988.
Real Academia Española, Nueva gramática de la lengua española (Manual), Madrid, 2010.
Real Academia Española, Diccionario de la lengua española, 22ª ed., Madrid, 2001.
Gregorio Salvador y Juan Ramón Lodares, Historia de las letras, Madrid, 1996.
Manuel Seco, Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española, 9ª ed., Madrid, 1989.
Sebastiá Serrano, La semiótica, Barcelona, 1981.
Alonso Zamora Vicente, Dialectología española, 6ª ed., Madrid, 1985.

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