google.com, pub-8147523179298923, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Expresiones taurinas - Lengua española y otras formas de decir

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Expresiones taurinas

Muchas expresiones taurinas pertenecen a la lengua española general y no suelen presentar dificultades de comprensión para que la mayoría de los hablantes.

El lenguaje de los toros toma términos generales y los especializa o fija en expresiones para designar elementos o acciones específicas: capote, montera, muleta, bicho ‘toro de lidia’... Pero, posteriormente, este lenguaje especializado puede aplicarse por extensión, similitud o uso metafórico a la vida cotidiana. De esta forma, palabras y frases propias de lo taurino retornan a la lengua común para proporcionarle expresividad, belleza, colorido o ironía y aparecen en el habla de los hispanohablantes, sean aficionados o detractores de los toros.
La vida social influye en el idioma, por lo que no es extraño que el idioma español esté condicionado por una actividad tan extendida y enraizada en la sociedad española e hispanoamericana, como son las corridas de toros. Incluso para algunos estudiosos el conjunto de las expresiones taurinas forman un universo alegórico que condiciona nuestra visión del mundo y cómo concebimos algunas realidades cercanas. A partir del lenguaje taurino surgen metáforas de la vida cotidiana en diversos ámbitos:

Lo amoroso y sexual. Hay hombres que ligan a volapié o ligan recibiendo ‘tomar la iniciativa del acercamiento o esperar a la mujer’; una mujer puede tener buenos pitones ‘senos’, o ser de buen trapío; se habla de clavar el estoque, poner los cuernos... A menudo, son expresiones poco elegantes, vulgares u ofensivas, porque funciona el paralelismo entre la lidia y el cortejo amoroso, en el que el hombre es el torero y la mujer, el toro, el peligro que puede herir al hombre, mientras este trata de dominarlo.

La política. El Parlamento devuelve el toro al corral cuando no aprueba una ley presentada por el Gobierno. Los políticos o partidos de segunda fila que apoyan al Gobierno son descalificados como banderilleros del Gobierno. Los políticos torean de salón cuando debaten y discuten entre ellos si aportar soluciones para la ciudadanía; evitan agarrar al toro por los cuernos para solucionar los problemas, si los remedios pueden ser impopulares, y prefieren hacer brindis al sol, es decir, ser demagogos para obtener el aplauso fácil del público menos exigente. En muy raras ocasiones un político saldrá por la puerta grande, porque entre los ciudadanos suele haber división de opiniones.
La forma de enfrentarse a los problemas. Si no tenemos mano izquierda para controlar con calma la situación, deberemos atarnos los machos y agarrar al toro por los cuernos o dar una larga cambiada; ver los toros desde la barrera o saltar a la arena; si nos va a pillar el toro, porque nos hemos entretenido o no hemos tomado precauciones, podemos tirarnos un farol o saltarnos a la torera la obligación y ponernos el mundo por montera; al rematar la faena podemos fracasar si pinchamos en hueso o conseguir nuestro propósito clavándolaa hasta la bola. Ante una situación inevitable, ¡Suerte y al toro!

Las conversaciones. Cuando alguien nos pregunte sobre un asunto molesto o comprometido deberemos darle una larga cambiada, para ‘despistarle o evitar que siga con el tema’; si el afectado es un amigo, le echaremos un capote para ‘ayudarlo excusarlo’. Si nos dan la vara, ‘nos molestan y aburren’, hay que cambiar de tercio, ‘de tema de conversación’. ‘Lanzarse a resolver una situación o plantear un asunto puede causarnos perjuicios’ es lanzarse al ruedo. Una conversación o entrevista da juego si ‘permite entretenerse, aprender u obtener información’, porque a otra persona entra al trapo ‘nos sigue en nuestro propósito’; pero hay entrevistados que no tienen un pase porque ‘no dicen nada interesante, no dejan ser interrogados o no responden con claridad’.

Los que han toreado en muchas plazas, pueden preparar una encerrona a quien acaba de tomar la alternativa o es nuevo en la plaza. Se torea a alguien cuando se le dan falsas esperanzas o se le entretiene con engaños. Uno puede crecerse en el castigo o buscar las tablas antes de que le den la puntilla y lo dejen para el arrastre. Cuando no se quiere seguir con una ocupación (profesional, personal, de afición...) nos cortamos la coleta.

Otras son expresiones más rebuscadas y pueden no entenderse si no se conoce la fiesta y el lenguaje de los toros: Tomar el olivo ‘huir del peligro buscando refugio’; tener más intención que un toro marrajo ‘ser taimado y de malas intenciones’ (el toro marrajo arremete a golpe seguro); haber hule ‘advertencia de peligro’; ir al hule ‘ir a la enfermería, fracasar’; citar en corto ‘actuar decididamente’; entablerado ‘toro con querencia a las tablas o marido receloso de que le engañen’...

Además de las expresiones que se utilizan en las conversaciones habituales, existe una amplia fraseología taurina (refranes y sentencias que hacen referencia al mundo del toro): Para torear y para casarse hay que arrimarse; Putas y toreros, los tres años primeros; Quien con toros anda, a torear aprende; Ir a los toros y tomar el sol, es la mejor vida para el español; No hay toro bravo que resista dos garrochas...

Además de en el lenguaje común, el lenguaje de los toros ha estado presente la literatura de todos los tiempos, en las obras de Tirso de Molina, Quevedo, Góngora, Machado, los Quintero, García Lorca, Rafael Alberti, Miguel Hernández, Gerardo Diego, Rafael Morales...

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