google.com, pub-8147523179298923, DIRECT, f08c47fec0942fa0 -Argot - Lengua española y otras formas de decir

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Otras expresiones para "hacer novillos"

Faltar a clase es algo que hacen los estudiantes de cualquier lugar, aunque sepan que están infringiendo las normas familiares y académicas. Esta vulneración de las normas conlleva la utilización de expresiones o palabras de argot para referirse a ella. Al no ser una infracción demasiado grave, ni delictiva, no existe excesivo interés en una continua renovación de la palabra jergal; pero sí se aprecia una gran variedad geográfica que puede responder a la realidad inmediata de cada lugar. Estas expresiones suelen aludir a la diversión, a la libertad, o a la huida oculta y temerosa.

En un artículo anterior habíamos hablado del origen y sentido de la expresión hacer novillos con el significado de ‘faltar a clase u otras obligaciones’. Directamente relacionadas con ella están las formas hacerse la vaca o vaquear (Perú o Guatemala), hacer toriles (España); irse de capiura o capear[se] (El Salvador y Honduras).

Pocas son las formas que aluden directamente a la obligación incumplida; entre estas hemos encontrado en España: fumarse la clase, pelarse la clase, soplarse la clase o mamarse la clase; en Colombia, capar la clase y, en México, matar la clase o volarse la clase.

En Chile y Argentina se dice cimaronear o hacer la cimarra. Aquí parecen unirse varios sentidos de la palabra cimarrón: marinero indolente y poco trabajador, animal que huye al campo o no está domesticado, esclavo que huía al monte en busca de libertad (v. DRAE).
Relacionadas con la huida, astuta pero temerosa (escondiendo el rabo, como las perras o las zorras) tenemos: hacer la rata o ratearse, hacer la chupina, hacer la perra (Argentina), hacerse la rabona (Argentina, Paraguay y Uruguay); hacer pirola (Aragón, España); hacer la juyona (fruto de la pronunciación aspirada de la h- Canarias, España); hacer la huyona (México). En la huida puede estar el sentido de saltar sobre un obstáculo o dar la vuelta ante él. Así encontramos echarse la brincona (México) o hacer campana (Cataluña) como traducción literal del catalán fer campana. No obstante, es posible que esta última expresión haga referencia a la costumbre de tocar las campanas para llamar a los oficios religiosos, que suelen celebrarse en días festivos y, por tanto, sin obligaciones escolares. Esta referencia a suplir la obligación escolar por la devoción religiosa también la encontramos en la irónica expresión irse de nonas ‘asistir a los ejercicios religiosos de la Novena’ (Andalucía).

En algunas de las expresiones anteriores podría encontrarse un doble sentido de tipo sexual, (hacer novillos podía significar ‘poner los cuernos’) por utilizarse palabras con esta connotación: perra, zorra (rabona, huyona). La connotación sexual también puede existir en hacer monta (Extremadura), pintar venado, hacer el cuco , echar o hacerse la pera (Ecuador); tirarse la pera (Perú), hacer pila (Cataluña).

Algunas frases se refieren a estar por la calle sin ocupación de provecho: hacer la yuta (Argentina, por ‘caminar por la calle como la yuta o policía’); hacer la tuna (de tunar, ‘andar vagando’), hacer o dar el mico (‘divertirse como un mono o mico’, pero sin olvidar que en algunos lugares mico también puede significar ‘vulva’ ); hacer pellas (Madrid y otras partes de España, por ‘hacer bolas de barro para lanzarlas’, aunque también podría tener connotaciones sexuales); pavear (Panamá); irse de pinta o hacer la pinta” (México, puede aludir al juego de naipes o a ‘convertirse en un sinvergüenza’); comer jobos o irse de jobillos ‘fruto parecido a la ciruela’ (Puerto Rico).

Otras expresiones con el significado de faltar a clase y otras obligaciones son sacar cera o jubilarse (Venezuela); hacer pimienta (en Álava y Aragón, España); hacer la piarda (en Andalucía); tiguerear (Rep. Dominicana), hacer la chancha (Chile) o chacharse (Bolivia).

Si conoces otras expresiones, puedes dejarnos un comentario.

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Expresiones taurinas

Muchas expresiones taurinas pertenecen a la lengua española general y no suelen presentar dificultades de comprensión para que la mayoría de los hablantes.

El lenguaje de los toros toma términos generales y los especializa o fija en expresiones para designar elementos o acciones específicas: capote, montera, muleta, bicho ‘toro de lidia’... Pero, posteriormente, este lenguaje especializado puede aplicarse por extensión, similitud o uso metafórico a la vida cotidiana. De esta forma, palabras y frases propias de lo taurino retornan a la lengua común para proporcionarle expresividad, belleza, colorido o ironía y aparecen en el habla de los hispanohablantes, sean aficionados o detractores de los toros.
La vida social influye en el idioma, por lo que no es extraño que el idioma español esté condicionado por una actividad tan extendida y enraizada en la sociedad española e hispanoamericana, como son las corridas de toros. Incluso para algunos estudiosos el conjunto de las expresiones taurinas forman un universo alegórico que condiciona nuestra visión del mundo y cómo concebimos algunas realidades cercanas. A partir del lenguaje taurino surgen metáforas de la vida cotidiana en diversos ámbitos:

Lo amoroso y sexual. Hay hombres que ligan a volapié o ligan recibiendo ‘tomar la iniciativa del acercamiento o esperar a la mujer’; una mujer puede tener buenos pitones ‘senos’, o ser de buen trapío; se habla de clavar el estoque, poner los cuernos... A menudo, son expresiones poco elegantes, vulgares u ofensivas, porque funciona el paralelismo entre la lidia y el cortejo amoroso, en el que el hombre es el torero y la mujer, el toro, el peligro que puede herir al hombre, mientras este trata de dominarlo.

La política. El Parlamento devuelve el toro al corral cuando no aprueba una ley presentada por el Gobierno. Los políticos o partidos de segunda fila que apoyan al Gobierno son descalificados como banderilleros del Gobierno. Los políticos torean de salón cuando debaten y discuten entre ellos si aportar soluciones para la ciudadanía; evitan agarrar al toro por los cuernos para solucionar los problemas, si los remedios pueden ser impopulares, y prefieren hacer brindis al sol, es decir, ser demagogos para obtener el aplauso fácil del público menos exigente. En muy raras ocasiones un político saldrá por la puerta grande, porque entre los ciudadanos suele haber división de opiniones.
La forma de enfrentarse a los problemas. Si no tenemos mano izquierda para controlar con calma la situación, deberemos atarnos los machos y agarrar al toro por los cuernos o dar una larga cambiada; ver los toros desde la barrera o saltar a la arena; si nos va a pillar el toro, porque nos hemos entretenido o no hemos tomado precauciones, podemos tirarnos un farol o saltarnos a la torera la obligación y ponernos el mundo por montera; al rematar la faena podemos fracasar si pinchamos en hueso o conseguir nuestro propósito clavándolaa hasta la bola. Ante una situación inevitable, ¡Suerte y al toro!

Las conversaciones. Cuando alguien nos pregunte sobre un asunto molesto o comprometido deberemos darle una larga cambiada, para ‘despistarle o evitar que siga con el tema’; si el afectado es un amigo, le echaremos un capote para ‘ayudarlo excusarlo’. Si nos dan la vara, ‘nos molestan y aburren’, hay que cambiar de tercio, ‘de tema de conversación’. ‘Lanzarse a resolver una situación o plantear un asunto puede causarnos perjuicios’ es lanzarse al ruedo. Una conversación o entrevista da juego si ‘permite entretenerse, aprender u obtener información’, porque a otra persona entra al trapo ‘nos sigue en nuestro propósito’; pero hay entrevistados que no tienen un pase porque ‘no dicen nada interesante, no dejan ser interrogados o no responden con claridad’.

Los que han toreado en muchas plazas, pueden preparar una encerrona a quien acaba de tomar la alternativa o es nuevo en la plaza. Se torea a alguien cuando se le dan falsas esperanzas o se le entretiene con engaños. Uno puede crecerse en el castigo o buscar las tablas antes de que le den la puntilla y lo dejen para el arrastre. Cuando no se quiere seguir con una ocupación (profesional, personal, de afición...) nos cortamos la coleta.

Otras son expresiones más rebuscadas y pueden no entenderse si no se conoce la fiesta y el lenguaje de los toros: Tomar el olivo ‘huir del peligro buscando refugio’; tener más intención que un toro marrajo ‘ser taimado y de malas intenciones’ (el toro marrajo arremete a golpe seguro); haber hule ‘advertencia de peligro’; ir al hule ‘ir a la enfermería, fracasar’; citar en corto ‘actuar decididamente’; entablerado ‘toro con querencia a las tablas o marido receloso de que le engañen’...

Además de las expresiones que se utilizan en las conversaciones habituales, existe una amplia fraseología taurina (refranes y sentencias que hacen referencia al mundo del toro): Para torear y para casarse hay que arrimarse; Putas y toreros, los tres años primeros; Quien con toros anda, a torear aprende; Ir a los toros y tomar el sol, es la mejor vida para el español; No hay toro bravo que resista dos garrochas...

Además de en el lenguaje común, el lenguaje de los toros ha estado presente la literatura de todos los tiempos, en las obras de Tirso de Molina, Quevedo, Góngora, Machado, los Quintero, García Lorca, Rafael Alberti, Miguel Hernández, Gerardo Diego, Rafael Morales...

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Argot de los carteristas

Existe un amplio número de palabras en el argot de los delincuentes para referirse al robo de carteras y monederos. El que exponemos aquí creemos que es la más habitual en Madrid y quizá en España. No podemos estar seguros de ello, porque una de las características de esta jerga o jerigonza es su continua renovación para mantenerse alejada del conocimiento de los ciudadanos y de la policía.

En términos de este argot, los carteras, sañeros o ‘carteristas’ (término aceptado por DRAE), siempre están buscando un peluca, lila, primo o julay ‘víctima’ a quien poder atacar el bolsillo para intentar ganarle ‘robarle’ la pelleja, saña, música, limo o burro ‘cartera’.

Los bolsilleros son los que roban, con cualquier técnica, el limo o limonero ‘monedero’ en los bolsos, especialmente de las mujeres.

Los lugares más propicios para su labor son aquellos en los que hay mara o pasto ‘aglomeraciones’.

La víctima hacina ‘guarda’ la cartera o monedero en los filis ‘bolsillos interiores’, en los drilos o fosos ‘bolsillos exteriores en general’; en los grilos o papadas ‘bolsillos laterales exteriores’, en las buhardillas ‘bolsillo superior y exterior de la chaqueta o camisa’, en la cula o culata de los alares ‘bolsillo trasero de los pantalones’. Hay filis de la buena o el bueno ‘bolsillo derecho’ y filis de la manca o el malo ‘bolsillo izquierdo’ Actualmente, al no estar ya de moda vestir el chaleco del traje, no es usual referirse al filis de la doble o filis del chupo.
Los carteristas suelen ir acompañados por uno o dos consortes o tapias ‘cómplices’, quienes pueden desempeñar diferentes trabajos: barbear o parchear la pelleja ‘palpar los bolsillos de la víctima para localizar la cartera’, poner en banda al primo ‘colocar a la víctima en una posición que facilita el robo’, correr el burro ‘pasarse la cartera robada de mano en mano’ o molestar e interponerse entre el sañero y el lila.

Dentro del amplio grupo de los carteristas, se distinguen varios tipos: los piqueros (antiguamente llamados faldriqueros o dorsistas) que utilizan el pico ‘dedos índice y corazón en forma de pico’ para sacar la cartera del bolsillo; los lanceros, que se valen de una lanza ‘pinza larga’; los chinaores, que con un chino ‘cuchilla’ (o cualquier otro objeto cortante: uña metálica postiza, bolígrafo o barra de labios con punta cortante, etc) cortan la tela exterior del bolsillo para ordeñar ‘recoger la cartera’ que cae del bolsillo. En estas formas de hurto, el delincuente suele valerse de una muleta ‘periódico, chaqueta, u otro objeto’ para ocultar la mano que sustrae la cartera y trata de no ser mordido ‘advertido o descubierto’ por la víctima, que no podrá saber quién le ha robado.

En cambio, otras formas sí permiten saber, aunque suele ser muy tarde, quién es el delincuente. Son las que de la mancha, que consiste en limpiar ‘robar’ la cartera mientras se trata de limpiar una mancha que previamente han causado “accidentalmente” y el hurto al paso, a lo visto o ‘al encontronazo’ en el que el delincuente tropieza o choca con la víctima.

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Algunas palabras de argot con vida nocturna.

Un recorte de prensa de hace unos años nos muestra palabras de argot para moverse en el ambiente nocturno de algunas ciudades.
Este tipo de palabras están sometidas a modas y cambios rápidos. Por esta razón, algunas ya no se utilizan y han sido sustituidas. No obstante, exponemos algunas de las incluidas en dicho recorte. Invitamos a cualquier lector a que, si es necesario, actualicen el listado o lo corrijan si contiene errores:

Lo que en Madrid se llama ir de marcha supone salir a brillar baldosas (en Bogotá), irse de joda o de gira (en Buenos Aires), salir de rumba o pachanguera (en Caracas), irse de reventón (en México D.F.), carretear (en Santiago de Chile).

Si en Madrid se tiran los tejos para ligar, en Bogotá tiran boleta, en Buenos Aires salen de levante o levantan, echan los perros en Caracas y México, y pinchan en Santiago de Chile.

Un hortera madrileño, se convertirá en un charro en Bogotá, un grasa en Buenos Aires, un niche en Caracas, un naco en México, y un rasca en Santiago.
Los pijos del madrileño barrio de Salamanca serán gomelos en Bogotá, conchetos en Buenos Aires, sifrinos en Caracas, fresas en México, y cuicos en Santiago de Chile.

Estar al loro (en Madrid) es estar atento (en Bogotá y Buenos Aires), estar mosca (en Caracas), estar al pedo (en México) y lorear o cachar (en Santiago de Chile).

Cuando salimos a divertirnos conviene no mosquearse (en Madrid) ni emputarse (en Bogotá), ni estar caliente (en Buenos Aires), ni arrecharse (en Caracas), ni enojarse (en México), ni chorearse (en Santiago de Chile).

Puede sentar mal un canuto, porro o peta en Madrid, un bareto en Bogotá, un faso o chala en Buenos Aires, un cacho o vera en Caracas, un churro, queso o mois en México o un pito en Santiago de Chile, sobre todo si al día siguiente hay que levantarse temprano para currar (Madrid), camellar (Bogotá), laburar (Buenos Aires), chambear (Caracas y México) o ir a la pega (Santiago de Chile).

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