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El lenguaje del llanto

¿Qué es el llanto? ¿Por qué lloramos? ¿Para qué sirve llorar desde el punto de vista comunicativo?
El llanto es la primera manifestación de lenguaje humano. Es un lenguaje natural y exclusivo de la especie humana: en cuanto nacemos, empezamos a llorar. Si un niño no llora al nacer, se plantea un grave problema para su vida, porque nos estaría indicando que el aire no ha entrado en sus pulmones o que su cerebro no percibe las nuevas sensaciones que no podía experimentar en el seno materno. Podría considerarse que ese llanto es el preludio de lo que nos espera en este valle de lágrimas porque, como dejó escrito el autor anónimo de la Crónica incompleta de los Reyes Católicos (1469-1476), “con lagrimas venimos al mundo y con ellas en él vivimos, y llorando nos vamos dél”.

El llanto casi siempre procede de un deseo insatisfecho y representa una respuesta emocional a una situación de sufrimiento, pero las personas aprendemos a usarlo con múltiples variantes, para aprovechar sus posibilidades de manipulación, interacción social y comunicación afectiva. Podemos contener el llanto o forzarlo; modularlo con diferentes intensidades y entonaciones; acompañarlo con otras manifestaciones físicas (lágrimas, aspavientos, golpes de pecho...). Todo ello, en función de nuestra conveniencia personal y de las costumbres sociales y culturales en que nos desenvolvemos; El llanto transmite vulnerabilidad, sumisión o dolor, por lo que puede inhibir la agresividad de los demás y despertar su compasión y consuelo. Psicológicamente, es la actitud de los demás con respecto a nuestro llanto, lo que puede llevarnos a un mejor estado emocional, no el llanto en sí. Es decir, lloramos para comunicarnos.
El primer llanto parece común para todos, independientemente de nuestra condición personal, familiar, social o cultural . Sin embargo, un estudio científico coordinado por la Universidad de Würzburg, afirma que el llanto de los bebés de cinco días ya está condicionado por su idioma materno. Como, desde el útero, los niños perciben las diferentes entonaciones características del idioma materno, es posible que, al nacer, traten de reproducir esos patrones acústicos para aumentar el vínculo afectivo de la madre.
Durante los primeros meses de vida, el llanto es la principal, casi única, forma que tiene el niño de decir lo que le ocurre, y los padres suelen aprender muy pronto su significado en cada situación: demanda de alimento, de aseo, de afecto, manifestación de dolor, de miedo, etc.

Un poco más adelante, cuando los niños empiezan a hablar, lo utilizan a menudo para expresar su frustración y su enfado; y rápidamente descubren que es un arma muy eficaz para manipular a los adultos.

Con la edad, tendemos a limitar e incluso a prescindir de este medio de comunicación. Es cierto que nuestro lenguaje va cubriendo las necesidades comunicativas que desempeñaba el llanto infantil, pero las principales causas de su abandono con de tipo cultural. En nuestra sociedad, la frecuencia del llanto en una persona depende de su entorno familiar y social y, muy especialmente, de si es un hombre o una mujer.

Externamente, el llanto se manifiesta de tres formas: con sonidos de una determinada melodía y ritmo; con gestos de la cara y los ojos; y con la segregación de lágrimas. No siempre se dan las tres formas de forma conjunta: podemos prescindir de cualquiera de ellas y, cuando ello pasa, los efectos emocionales suelen ser más intensos.

Algunos tipos de llanto:
Llanto de supervivencia del bebé para empezar a respirar.
Llantos infantiles angustiosos por un fuerte dolor.
Llantos histéricos y forzados de niños que quieren llamar la atención de sus padres.
Llantos de frustración del niño a quien se le niega un capricho o del estudiante suspendido.
Llantos de felicidad y emoción del deportista ganador o de los amantes reencontrados.
Llantos de impotencia ante la enfermedad y el sufrimiento.
Llantos angustiados de los padres ante la adversidad de sus hijos.
Llantos fúnebres emocionados por la muerte de un ser querido.
Falsos llantos histéricos de las plañideras.

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Diferencias entre "conque", "con que", "con qué" y "conqué"

Es frecuente la confusión ortográfica entre estas formas: ¿Se escribe junto o separado?, ¿con acento o sin acento?. Para saber cuál debe utilizarse en cada caso hay que tener claro lo que expresa cada una de ellas. En un mismo enunciado pueden concurrir más de una: “¿Conque no sabes con qué aceite freír las patatas con que vas a servir la carne?”
Veamos las diferencias y sus usos. CONQUE: una palabra átona.
Es una conjunción ilativa (o consecutiva) que introduce una conclusión en vista de lo expresado anteriormente. Puede sustituirse por “así que, de modo que, por tanto, por consiguiente”:
“Yo soy el único de esta casa a quien ella tiene que pedir permiso, y el que se lo concede... conque ¡métete en tu cuarto y no aúlles más!” (Carmen Laforet, Nada, 1945)
“Estoy esperando a que todo esté más sereno para hablar yo con papá, conque no conviene que se enfaden también conmigo ahora.” (C. Martín Gaite, Entre visillos, 1958)
A menudo, introduce una pregunta que busca la confirmación de lo ya sabido o expresado anteriormente. Se trata de una pregunta retórica que suele implicar una censura o reproche al interlocutor:
“-No quiere usted dejarme ser yo, salir de la niebla, vivir, vivir, vivir, verme, oírme, tocarme, sentirme, dolerme, serme: ¿conque no lo quiere? ¿conque he de morir ente de ficción?” (M. Unamuno, Niebla, 1914)
“Después de la cuenta de las ovejas, si es que faltaban, el caporal se ponía a regañar criando cólera: ‘Conque el rayo, conque la helada, conque el zorro, ¿no? Sabidazo, ladronazo, te las comes y todavía mientes.’” (Ciro Alegría, El mundo es ancho y ajeno, 1941)
Menos frecuentemente, la pregunta o exclamación que introduce conque expresa pura sorpresa:
“Y exclamó, entusiasmada la joven: "¡Ya Alah! ¡oh mi señor! ¿conque eres tú el hermoso Sonrisa-de-Luna, sobrino de Saleh e hijo de la reina Flor-de-Granada?" (V. Blasco Ibáñez, Traducción de Las mil y una noches, 1916)
En el lenguaje coloquial, puede ser un simple apoyo a la frase que introduce:
“-¡Cómo! ¿Y quién le ha dicho semejante cosa? -Tu madre, esta mañana. Y conque por lo visto al Manolo no le hace gracia que sirvas en las mesas.” (R. Sánchez Ferlosio, El Jarama, 1956)
CONQUE: una palabra con acentuación llana.
Es un sustantivo coloquial o familiar, con plural conques, que significa ‘condición con que se hace o se promete algo’ o ‘ quid, esencia, punto más importante’ [no incluido en DRAE]
“…testó él que era el dueño de todo a favor de su esposa, con el conque de que si ella moría su herencia pasaba a los paisanos.” (Miguel Ángel Asturias, El Papa Verde, 1954)
“…todo el toreo se encarrila a preparar al toro pa la muerte, pa matarlo a ley, y aquí está el conque de lo que digo...” (A. Díaz-Cañabate, Paseíllo por el planeta de los toros, 1970)
Al parecer, en Colombia, significa ‘acompañamiento’ de una comida:
“['conque'] designa acompañamiento en nuestra tierra [Colombia], como cuando el amigo Lugo decía en Tocaima, hace cinco años, que el conque del chocolate son el bizcocho y los patacones [rodajas de plátano frito] de Neiva.” (Marco Fidel Suárez, Sueños de Luciano Pulgar, III, Colombia, 1923)

CON QUE: secuencia átona de la preposición con y el relativo que.
Se reconoce porque se puede introducir un artículo entre las dos palabras (con el que, con la que, con los que, con las que) y sustituir el relativo que por otros como “el cual, la cual, los cuales, las cuales”.
“Su falta de retórica, la pulcritud con que se ceñía a lo concreto, […] inspiraban una confianza casi irresistible.” (Lorenzo Silva, El alquimista impaciente, España, 2000)
“Desde el martes no habían dejado […] de oírse las explosiones con que los republicanos -volando puentes, cortando comunicaciones- trataban de protegerse la retirada…” (Javier Cercas, Soldados de Salamina, 2001)

CON QUE: secuencia átona de la preposición con y la conjunción que.
Introduce oraciones subordinadas sustantivas y no permite intercalar el artículo entre las dos palabras.
Muy frecuentemente forma una locución conjuntiva condicional, equivalente a “con tal de que”. En este caso, la subordinada puede transformarse en una construcción de infinitivo.
“…con que dejara de fumar, se despreocupara un poco de las cosas y se tomara unas vacaciones de verdad, recuperaría la normalidad y eludiría cualquier peligro de recidiva.” (Gregorio Salvador, El eje del compás, 2002) [= Con dejar de fumar...; =Con tal de que dejara de fumar...]
“Usted no se mueva, con que haga lo que le digo me basta.” (Luis Mateo Díez, El oscurecer, 2002) [=Con tal de que haga...; con hacer lo que le digo, me basta]
También aparece esta secuencia cuando la subordinada sustantiva es un suplemento o complemento de régimen exigido por el verbo. En este caso, puede sustituirse por “con + pronombre tónico” (por ej.: “algo”, “eso”).
“Me dormí y me desperté muy tarde, y me encontré con que la monja y Catalina se habían marchado” (Pío Baroja, Zalacaín el aventurero, 1909) [=me encontré con eso]
“¡Y ahora sale con que su señora mamá es muy rica!” (B. Pérez Galdós, Napoleón en Chamartín, 1874) [=Sale con eso]

CON QUÉ: secuencia tónica de la preposición con y el pronombre interrogativo o exclamativo qué.
El pronombre puede estar agrupado o no con un sustantivo.
Las interrogativas pueden aparecer en estilo directo o indirecto y las exclamaciones no tienen que estar necesariamente marcadas con signos de puntuación:
“Y, además, que me rompes el traje y ¿con qué vuelvo a la fiesta?” (Juan García Hortelano, El gran momento de Mary Tribune, 1972)
“No sé con qué motivo se celebraba allí en ese instante un acto presidido por don Miguel Cruchaga Tocornal. (Pablo Neruda, Confieso que he vivido, 1973)”
“Cuando se murió, la llevaron a enterrar, ¡y con qué poco cortejo!, a un pequeñísimo cementerio solitario,” (Mª Teresa León, Memoria de la melancolía, 1970).
“Igual que aquella vez, siendo pequeñísima, había casi llorado a media noche por no ver la cara de mi madre ante la visión diabólica del "Fausto" –con qué ternura entonces, [...] Con qué terror ahora.” (Rosa Chacel, Desde el amanecer. Autobiografía de mis primeros diez años, 1972)

CONQUÉ: una palabra con acentuación aguda.
Es una forma no habitual. Según el DRAE, es un sustantivo que en El Salvador, significa ‘comida con la que se acompañan las tortillas de maíz’; sentido que puede relacionarse con el conque de Colombia, mencionado más arriba.
En el CORDE, junto con formas erróneas, encontramos ejemplos de conqué con otros sentidos:
“Y les contó él cómo la había hallao y que la tenía allí con el conqué de ser su esposa. Y ellos le dijeron que no, que no se podía casar con ella.” (Anónimo, Cuentos populares españoles, CSIC, 1946)
“Mucha plata y mucho conqué. Narcisa sirve, hecha un primor.” (Tomás Carrasquilla, La marquesa de Yolombó, 1928)
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Troika o troica

¿Qué es la troika? ¿Por qué la llamamos así?
El significado más frecuente de troika, o troica, es la de ‘equipo dirigente formado por tres personas u organismos entre los que no existe diferencia jerárquica’. Equivale en muchas ocasiones a un triunvirato, pero el olvido de la cultura clásica permite que se esté imponiendo el uso de troika.
En los últimos tiempos, y en el contexto de la crisis económica europea, suele referirse al equipo formado por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, que se encargan de imponer y supervisar las medidas económicas para combatir la crisis:
“Este lunes regresan a Portugal los técnicos de la Troika (Fondo Monetario Internacional, Comisión Europea y Banco Central Europeo) para discutir con el gobierno portugués las nuevas medidas de austeridad.” (El Mundo, España, 2013)
La ortografía académica (Dicc. Panhispánico de Dudas) aconseja escribirlo con k, (aunque en el Diccionario Académico de 2001 parece preferir la variante troica) y prescribe que no se incluya ninguna tipografía específica (ni comillas ni cursiva), por ser una palabra integrada plenamente en el idioma.
Es una palabra de origen ruso (тройка) que significa ‘trío, tríada, terna’ y que originariamente designaba ‘al tiro de tres caballos y por extensión al carruaje grande, montado sobre patines, que es tirado por tres caballos de frente’. Estas definiciones (con grafía troica)son las que recogen el Diccionario de María Moliner [1966-67] y los DRAE usuales de 1985 y 1989), aunque encontramos su uso en español desde finales del siglo XIX:
“¿Saben ustedes lo que es una troika? Pues una troika, que en nuestro idioma equivale poco más o menos a la locución ‘trinidad’, es un tiro de tres caballos.[…] Dada esta explicación, diré que, invitados a cazar osos en las cercanías de Moscou, salimos varios amigos en trineo-troika.” (Quito, “Desde Rusia”, Revista Blanco y Negro, 21-1-1893)
“Su corazón galopaba con la furia y la rapidez de una troica.( ¡Qué bien hace este término ruso metido aquí de pronto!)” (Enrique Jardiel Poncela, “El nihilista que tenía padre”, Revista Blanco y Negro, 9-9-1928)
A partir de la Revolución Rusa, se empezó a usar el término metafóricamente para designar al tipo de organización política formada por tres dirigentes. Creemos que se originó en la propia Rusia, cuando Iósif Stalin, Grígori Zinóviev, Liev Kámenev formaron un triunvirato en 1922, tras el abandono de Lenin, para dirigir el Partido Comunista, y el Estado. En ese mismo país y época, troika podía referirse al grupo de tres personas al servicio del NKVD (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos) encargados de castigar extrajudicialmente a los disidentes políticos.
Durante los convulsos años 30 se extendió el uso del término dentro del ámbito político, con connotaciones positivas o peyorativas, según la ideología de quien lo utilice:
“La alianza de Kameneff y Zinovieff contra Stalin revela bruscamente el desacuerdo que maduraba hacía largo tiempo ya entre los compañeros de tiro de la ‘troika’”. (Curzio Malaparte, Técnica del golpe de Estado, 1931, traducción de Julio Gómez de la Serna)
“…se deduce que la troika, Zinovieff, Stalin y Kameneff, únicamente creían en aqul tiempo en la revolución democrática…” (Julio Álvarez del Vayo, Siluetas (URSS), 1937)
“En cada localidad o circunscripción debe nombrarse una “troika” local (Comité de tres), cuyos tres miembros se pondrán en contacto con la”troika” nacional, que residirá en Madrid.” (Mauricio Karl [M. Carlavilla], Revista Blanco y Negro, 2-2-1936)
En la relativa popularización del término en España (aunque referido al tipo de trineo), influyó el estreno en 1930 de la Troika, una película de ambiente ruso, que la propaganda calificó como “el primer film sonoro ruso”, aunque realmente era francés. (IV Congreso de la AEHC)
Posteriormente el empleo de troica, como término político, se especializó en la referencia a los sucesivos equipos dirigentes de la Unión Soviética, formados por el presidente de la República, el jefe de Gobierno y el secretario general del Partido Comunista:
“Pudiera ser que, además, [Brejnev] pasase definitivamente de la dirección colegiada -mantenida en la troika que se formó a la sucesión de Krushov junto a Podgomy y a Kossiguin- al mando personal.” (El País, España, 1977)
No obstante, durante la dictadura franquista y la censura política en prensa, se llamaba troika o troica a los tríos de personas u organizaciones que no eran afines al régimen franquista. La connotación peyorativa se reforzaba apuntando al peligro comunista o a la falta de orden:
“Está confidencialmente confirmado que en Italia ha sido constituida una organización clandestina denominada Troika, compuesta de elementos rusos, yugoslavos e italianos, para cumplir, a las órdenes del Gobierno ruso…” (ABC, Madrid, 7-12-1946)
“El Gabinete wilsoniano incorpora una troica de dirigentes de la extrema izquierda.” (ABC, Madrid, 6-3-1974)
“Dos caballos de la troica –Sindicatos y empresas– tiran de la economía hacia metas opuestas. El otro, el Gobierno, sigue practicando el arte de la meditación.” (ABC, Madrid, 10-1-1975)
El término se revitalizó cuando, tras el Informe de Londres [1981], en la Unión Europea se estableció la troika comunitaria, formada por tres países: el que ejercía la Presidencia del Consejo, el saliente de la Presidencia y el que iba a ejercerla a continuación:
“…la reunión celebrada entre Bangkok entre los países que integran la “troika” comunitaria (Alemania federal, España y Grecia) y ASEAN (países del sureste asiático)...” (ABC, España, 1988)
Posteriormente, como consecuencia de diversos Tratados (Amsterdam, 1999; Lisboa, 2007) ha ido cambiando la composición de esa troika comunitaria, que representa a la Unión Europea en las relaciones internacionales.
Una vez derrumbada la Unión Soviética, parece que el término se ha extendido (sin connotaciones negativas) a cualquier equipo formado por tres políticos, países u organizaciones:
“…los representantes de la “troika” (Estados Unidos, Portugal y Rusia) encargada de controlar el protocolo de paz de Lusaka, firmado en 1994 entre los beligerantes…” (La crónica de hoy, 01/04/2002, México)
“Samper [presidente de Colombia, 1994-1998] lo nombró entonces [a Lemos] jefe del debate en Bogotá en una terna integrada con Carlos Lleras y Sonia Durán. Esa troica produjo el milagro de derrotar a Andrés Pastrana en la capital” (Revista Semana, Colombia, 1996)
Con la aparición de la actual crisis económica, la palabra troika parece haber despertado las connotaciones negativas asociadas a imposición y peligro, que latían en el subconsciente colectivo.

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