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Diferencias entre "conque", "con que", "con qué" y "conqué"

Es frecuente la confusión ortográfica entre estas formas: ¿Se escribe junto o separado?, ¿con acento o sin acento?. Para saber cuál debe utilizarse en cada caso hay que tener claro lo que expresa cada una de ellas. En un mismo enunciado pueden concurrir más de una: “¿Conque no sabes con qué aceite freír las patatas con que vas a servir la carne?”
Veamos las diferencias y sus usos. CONQUE: una palabra átona.
Es una conjunción ilativa (o consecutiva) que introduce una conclusión en vista de lo expresado anteriormente. Puede sustituirse por “así que, de modo que, por tanto, por consiguiente”:
“Yo soy el único de esta casa a quien ella tiene que pedir permiso, y el que se lo concede... conque ¡métete en tu cuarto y no aúlles más!” (Carmen Laforet, Nada, 1945)
“Estoy esperando a que todo esté más sereno para hablar yo con papá, conque no conviene que se enfaden también conmigo ahora.” (C. Martín Gaite, Entre visillos, 1958)
A menudo, introduce una pregunta que busca la confirmación de lo ya sabido o expresado anteriormente. Se trata de una pregunta retórica que suele implicar una censura o reproche al interlocutor:
“-No quiere usted dejarme ser yo, salir de la niebla, vivir, vivir, vivir, verme, oírme, tocarme, sentirme, dolerme, serme: ¿conque no lo quiere? ¿conque he de morir ente de ficción?” (M. Unamuno, Niebla, 1914)
“Después de la cuenta de las ovejas, si es que faltaban, el caporal se ponía a regañar criando cólera: ‘Conque el rayo, conque la helada, conque el zorro, ¿no? Sabidazo, ladronazo, te las comes y todavía mientes.’” (Ciro Alegría, El mundo es ancho y ajeno, 1941)
Menos frecuentemente, la pregunta o exclamación que introduce conque expresa pura sorpresa:
“Y exclamó, entusiasmada la joven: "¡Ya Alah! ¡oh mi señor! ¿conque eres tú el hermoso Sonrisa-de-Luna, sobrino de Saleh e hijo de la reina Flor-de-Granada?" (V. Blasco Ibáñez, Traducción de Las mil y una noches, 1916)
En el lenguaje coloquial, puede ser un simple apoyo a la frase que introduce:
“-¡Cómo! ¿Y quién le ha dicho semejante cosa? -Tu madre, esta mañana. Y conque por lo visto al Manolo no le hace gracia que sirvas en las mesas.” (R. Sánchez Ferlosio, El Jarama, 1956)
CONQUE: una palabra con acentuación llana.
Es un sustantivo coloquial o familiar, con plural conques, que significa ‘condición con que se hace o se promete algo’ o ‘ quid, esencia, punto más importante’ [no incluido en DRAE]
“…testó él que era el dueño de todo a favor de su esposa, con el conque de que si ella moría su herencia pasaba a los paisanos.” (Miguel Ángel Asturias, El Papa Verde, 1954)
“…todo el toreo se encarrila a preparar al toro pa la muerte, pa matarlo a ley, y aquí está el conque de lo que digo...” (A. Díaz-Cañabate, Paseíllo por el planeta de los toros, 1970)
Al parecer, en Colombia, significa ‘acompañamiento’ de una comida:
“['conque'] designa acompañamiento en nuestra tierra [Colombia], como cuando el amigo Lugo decía en Tocaima, hace cinco años, que el conque del chocolate son el bizcocho y los patacones [rodajas de plátano frito] de Neiva.” (Marco Fidel Suárez, Sueños de Luciano Pulgar, III, Colombia, 1923)

CON QUE: secuencia átona de la preposición con y el relativo que.
Se reconoce porque se puede introducir un artículo entre las dos palabras (con el que, con la que, con los que, con las que) y sustituir el relativo que por otros como “el cual, la cual, los cuales, las cuales”.
“Su falta de retórica, la pulcritud con que se ceñía a lo concreto, […] inspiraban una confianza casi irresistible.” (Lorenzo Silva, El alquimista impaciente, España, 2000)
“Desde el martes no habían dejado […] de oírse las explosiones con que los republicanos -volando puentes, cortando comunicaciones- trataban de protegerse la retirada…” (Javier Cercas, Soldados de Salamina, 2001)

CON QUE: secuencia átona de la preposición con y la conjunción que.
Introduce oraciones subordinadas sustantivas y no permite intercalar el artículo entre las dos palabras.
Muy frecuentemente forma una locución conjuntiva condicional, equivalente a “con tal de que”. En este caso, la subordinada puede transformarse en una construcción de infinitivo.
“…con que dejara de fumar, se despreocupara un poco de las cosas y se tomara unas vacaciones de verdad, recuperaría la normalidad y eludiría cualquier peligro de recidiva.” (Gregorio Salvador, El eje del compás, 2002) [= Con dejar de fumar...; =Con tal de que dejara de fumar...]
“Usted no se mueva, con que haga lo que le digo me basta.” (Luis Mateo Díez, El oscurecer, 2002) [=Con tal de que haga...; con hacer lo que le digo, me basta]
También aparece esta secuencia cuando la subordinada sustantiva es un suplemento o complemento de régimen exigido por el verbo. En este caso, puede sustituirse por “con + pronombre tónico” (por ej.: “algo”, “eso”).
“Me dormí y me desperté muy tarde, y me encontré con que la monja y Catalina se habían marchado” (Pío Baroja, Zalacaín el aventurero, 1909) [=me encontré con eso]
“¡Y ahora sale con que su señora mamá es muy rica!” (B. Pérez Galdós, Napoleón en Chamartín, 1874) [=Sale con eso]

CON QUÉ: secuencia tónica de la preposición con y el pronombre interrogativo o exclamativo qué.
El pronombre puede estar agrupado o no con un sustantivo.
Las interrogativas pueden aparecer en estilo directo o indirecto y las exclamaciones no tienen que estar necesariamente marcadas con signos de puntuación:
“Y, además, que me rompes el traje y ¿con qué vuelvo a la fiesta?” (Juan García Hortelano, El gran momento de Mary Tribune, 1972)
“No sé con qué motivo se celebraba allí en ese instante un acto presidido por don Miguel Cruchaga Tocornal. (Pablo Neruda, Confieso que he vivido, 1973)”
“Cuando se murió, la llevaron a enterrar, ¡y con qué poco cortejo!, a un pequeñísimo cementerio solitario,” (Mª Teresa León, Memoria de la melancolía, 1970).
“Igual que aquella vez, siendo pequeñísima, había casi llorado a media noche por no ver la cara de mi madre ante la visión diabólica del "Fausto" –con qué ternura entonces, [...] Con qué terror ahora.” (Rosa Chacel, Desde el amanecer. Autobiografía de mis primeros diez años, 1972)

CONQUÉ: una palabra con acentuación aguda.
Es una forma no habitual. Según el DRAE, es un sustantivo que en El Salvador, significa ‘comida con la que se acompañan las tortillas de maíz’; sentido que puede relacionarse con el conque de Colombia, mencionado más arriba.
En el CORDE, junto con formas erróneas, encontramos ejemplos de conqué con otros sentidos:
“Y les contó él cómo la había hallao y que la tenía allí con el conqué de ser su esposa. Y ellos le dijeron que no, que no se podía casar con ella.” (Anónimo, Cuentos populares españoles, CSIC, 1946)
“Mucha plata y mucho conqué. Narcisa sirve, hecha un primor.” (Tomás Carrasquilla, La marquesa de Yolombó, 1928)
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Troika o troica

¿Qué es la troika? ¿Por qué la llamamos así?
El significado más frecuente de troika, o troica, es la de ‘equipo dirigente formado por tres personas u organismos entre los que no existe diferencia jerárquica’. Equivale en muchas ocasiones a un triunvirato, pero el olvido de la cultura clásica permite que se esté imponiendo el uso de troika.
En los últimos tiempos, y en el contexto de la crisis económica europea, suele referirse al equipo formado por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, que se encargan de imponer y supervisar las medidas económicas para combatir la crisis:
“Este lunes regresan a Portugal los técnicos de la Troika (Fondo Monetario Internacional, Comisión Europea y Banco Central Europeo) para discutir con el gobierno portugués las nuevas medidas de austeridad.” (El Mundo, España, 2013)
La ortografía académica (Dicc. Panhispánico de Dudas) aconseja escribirlo con k, (aunque en el Diccionario Académico de 2001 parece preferir la variante troica) y prescribe que no se incluya ninguna tipografía específica (ni comillas ni cursiva), por ser una palabra integrada plenamente en el idioma.
Es una palabra de origen ruso (тройка) que significa ‘trío, tríada, terna’ y que originariamente designaba ‘al tiro de tres caballos y por extensión al carruaje grande, montado sobre patines, que es tirado por tres caballos de frente’. Estas definiciones (con grafía troica)son las que recogen el Diccionario de María Moliner [1966-67] y los DRAE usuales de 1985 y 1989), aunque encontramos su uso en español desde finales del siglo XIX:
“¿Saben ustedes lo que es una troika? Pues una troika, que en nuestro idioma equivale poco más o menos a la locución ‘trinidad’, es un tiro de tres caballos.[…] Dada esta explicación, diré que, invitados a cazar osos en las cercanías de Moscou, salimos varios amigos en trineo-troika.” (Quito, “Desde Rusia”, Revista Blanco y Negro, 21-1-1893)
“Su corazón galopaba con la furia y la rapidez de una troica.( ¡Qué bien hace este término ruso metido aquí de pronto!)” (Enrique Jardiel Poncela, “El nihilista que tenía padre”, Revista Blanco y Negro, 9-9-1928)
A partir de la Revolución Rusa, se empezó a usar el término metafóricamente para designar al tipo de organización política formada por tres dirigentes. Creemos que se originó en la propia Rusia, cuando Iósif Stalin, Grígori Zinóviev, Liev Kámenev formaron un triunvirato en 1922, tras el abandono de Lenin, para dirigir el Partido Comunista, y el Estado. En ese mismo país y época, troika podía referirse al grupo de tres personas al servicio del NKVD (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos) encargados de castigar extrajudicialmente a los disidentes políticos.
Durante los convulsos años 30 se extendió el uso del término dentro del ámbito político, con connotaciones positivas o peyorativas, según la ideología de quien lo utilice:
“La alianza de Kameneff y Zinovieff contra Stalin revela bruscamente el desacuerdo que maduraba hacía largo tiempo ya entre los compañeros de tiro de la ‘troika’”. (Curzio Malaparte, Técnica del golpe de Estado, 1931, traducción de Julio Gómez de la Serna)
“…se deduce que la troika, Zinovieff, Stalin y Kameneff, únicamente creían en aqul tiempo en la revolución democrática…” (Julio Álvarez del Vayo, Siluetas (URSS), 1937)
“En cada localidad o circunscripción debe nombrarse una “troika” local (Comité de tres), cuyos tres miembros se pondrán en contacto con la”troika” nacional, que residirá en Madrid.” (Mauricio Karl [M. Carlavilla], Revista Blanco y Negro, 2-2-1936)
En la relativa popularización del término en España (aunque referido al tipo de trineo), influyó el estreno en 1930 de la Troika, una película de ambiente ruso, que la propaganda calificó como “el primer film sonoro ruso”, aunque realmente era francés. (IV Congreso de la AEHC)
Posteriormente el empleo de troica, como término político, se especializó en la referencia a los sucesivos equipos dirigentes de la Unión Soviética, formados por el presidente de la República, el jefe de Gobierno y el secretario general del Partido Comunista:
“Pudiera ser que, además, [Brejnev] pasase definitivamente de la dirección colegiada -mantenida en la troika que se formó a la sucesión de Krushov junto a Podgomy y a Kossiguin- al mando personal.” (El País, España, 1977)
No obstante, durante la dictadura franquista y la censura política en prensa, se llamaba troika o troica a los tríos de personas u organizaciones que no eran afines al régimen franquista. La connotación peyorativa se reforzaba apuntando al peligro comunista o a la falta de orden:
“Está confidencialmente confirmado que en Italia ha sido constituida una organización clandestina denominada Troika, compuesta de elementos rusos, yugoslavos e italianos, para cumplir, a las órdenes del Gobierno ruso…” (ABC, Madrid, 7-12-1946)
“El Gabinete wilsoniano incorpora una troica de dirigentes de la extrema izquierda.” (ABC, Madrid, 6-3-1974)
“Dos caballos de la troica –Sindicatos y empresas– tiran de la economía hacia metas opuestas. El otro, el Gobierno, sigue practicando el arte de la meditación.” (ABC, Madrid, 10-1-1975)
El término se revitalizó cuando, tras el Informe de Londres [1981], en la Unión Europea se estableció la troika comunitaria, formada por tres países: el que ejercía la Presidencia del Consejo, el saliente de la Presidencia y el que iba a ejercerla a continuación:
“…la reunión celebrada entre Bangkok entre los países que integran la “troika” comunitaria (Alemania federal, España y Grecia) y ASEAN (países del sureste asiático)...” (ABC, España, 1988)
Posteriormente, como consecuencia de diversos Tratados (Amsterdam, 1999; Lisboa, 2007) ha ido cambiando la composición de esa troika comunitaria, que representa a la Unión Europea en las relaciones internacionales.
Una vez derrumbada la Unión Soviética, parece que el término se ha extendido (sin connotaciones negativas) a cualquier equipo formado por tres políticos, países u organizaciones:
“…los representantes de la “troika” (Estados Unidos, Portugal y Rusia) encargada de controlar el protocolo de paz de Lusaka, firmado en 1994 entre los beligerantes…” (La crónica de hoy, 01/04/2002, México)
“Samper [presidente de Colombia, 1994-1998] lo nombró entonces [a Lemos] jefe del debate en Bogotá en una terna integrada con Carlos Lleras y Sonia Durán. Esa troica produjo el milagro de derrotar a Andrés Pastrana en la capital” (Revista Semana, Colombia, 1996)
Con la aparición de la actual crisis económica, la palabra troika parece haber despertado las connotaciones negativas asociadas a imposición y peligro, que latían en el subconsciente colectivo.

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Gramática parda

La expresión gramática parda significa ‘habilidad o capacidad para desenvolverse en la vida o situaciones complicadas, sin necesidad de tener cultura o conocimientos teóricos’; Este es el significado que recogen casi todos los diccionarios para las construcciones “tener o saber [mucha] gramática parda”. En épocas turbulentas y de crisis siempre es conveniente manejarse un poco con la gramática parda.
Otro sentido, aún no recogido en los diccionarios, equivale peyorativamente a ‘desviación o incorrección lingüística’.

En el primer caso, gramática equivale a sabiduría, astucia, picardía y parda alude a la falta de cultura, pulimento o refinamiento.
El origen de la expresión no está claro. Podemos partir de un sentido irónico (cfr. saber latín) de la antigua acepción de gramática como ‘estudio y conocimiento del latín’, fuera de las posibilidades de quienes pertenecían a las clases más bajas de la sociedad, que solían vestir ropas de color pardo. De ahí que la sabiduría y habilidad de los incultos, para triunfar en la vida viniera en llamarse gramática parda.
No obstante, creemos que la principal motivación para calificar de parda a esta sabiduría aprendida sin estudiar no debe centrarse en el color de la ropa de los pobres. Debieron de primar las connotaciones del adjetivo pardo, que se aplica a un color indefinido (‘intermedio entre blanco y negro, con tinte rojo amarillento, y más oscuro que el gris’ [DRAE, 2001]) y a lo que es confuso o falto de claridad.
Todo lo que es indefinido o confuso por no estar sometido a un criterio estable es susceptible de ser interpretado o aprovechado en beneficio propio, como hace quien sabe gramática parda. Lo pardo, situado entre lo blanco (con sus connotaciones de inocencia y bondad) y lo negro (con las connotaciones de culpabilidad y maldad), genera desconfianza: “de noche, todos los gatos son pardos”.
Si quisiéramos insistir en la relación con la ropa de la gente del pardillo, no deberíamos considerar solo su color, sino advertir que era ‘sin tinte’. Como una de las acepciones figuradas de tinte es ‘artificio mañoso’, la gramática parda sería una ‘sabiduría sin artificios’.
Suele considerarse que la expresión tiene sentido peyorativo (DRAE 1984; Dicc. Salamanca v.2013), porque, aparte de los prejuicios clasistas, se incide en el sentido de la astucia como habilidad para engañar y sacar provecho de la situación:
“Tú eres más pillo que bonito, y a tener gramática parda no hay quien te gane. No me extraña que me hayas engañado.” (Ángel Ganivet, Los trabajos del infatigable creador Pío Cid, 1898)
“Juana Teresa es muy lista, maestra en gramática parda, en marrullerías plebeyas”. (B. Pérez Galdós, La estafeta romántica, 1899)
“[Franco se amparaba] en el nombre de los caídos para meter de matute su propia gramática parda y desactivar cualquier ideología que le pudiera hacer competencia”. (C. Martín Gaite, Usos amorosos de la posguerra española, 1987)
Pero no debe olvidarse que también es conveniente para no dejarse engañar:
“…pues olfateando por todas partes abusos y desórdenes, no conseguía nunca, por su carencia de malicia y de gramática parda, poner el dedo sobre ellos y remediarlos.“ (E. Pardo Bazán, Los pazos de Ulloa, 1886)
“…aquel viejo principio de la gramática parda que asegura la conveniencia de pensar mal para acertar, […].” (Eduardo González Ruiz, La misión del ejército en la sociedad contemporánea, 1977)
Para escapar en situaciones comprometidas:
“En Villar del Duque, el alcalde, un usurero ricachón con mucha gramática parda, salvó la vida declarándose conforme con el reparto de bienes”. (Valle-Inclán, La corte de los milagros, 1927)
“¡Qué bien toreaba el Merluzo a los grullos! Los empapaba en el capote de sus palabras y los dominaba con los embelecos de su gramática parda.” (A. Díaz-Cañavate, Paseíllo por el planeta de los toros, 1970)
Y para conseguir beneficios que en principio están vedados a quien carece de estudios:
“Llegado a Madrid, su primera diligencia era entregar las cartas del vicario […] o el regalito del administrador; con lo cual y sus sucesivas visitas al paisano funcionario o al pariente mercader, entregábase nuestro neófito a las primeras pruebas de su curso social, de este curso que el vulgo maligno se placía en designar con el título expresivo de gramática parda; que los rígidos censores apellidaban falsa mónita, y que daba en fin al que sabía aprovecharlo el apreciado título de mozo de provecho.” (Mesonero Romanos, Escenas y tipos matritenses, 1842)
José María Sbarbi (especialista en refranes y modismos, 1834-1910), elogió, por ello, la gramática parda de los labriegos “que vale más que la que yo aprendí y estoy enseñando” y la valoraba como sustituto de la erudición al preguntarse: “¿Quién le ha dicho a quién, que para desempeñar altos puestos, siquiera honoríficos, siquiera lucrativos, no basta las más de las veces con sólo saber… Gramática parda? (El averiguador universal, 1879).

Expresiones equivalentes a gramática parda son lógica o filosofía parda, saber latín(locución coloquial que significa ‘ser muy astuto, agudo o hábil para engañar o evitar el engaño o para lograr cualquier fin’) y tener mano izquierda o mundología (‘experiencia y habilidad para gobernarse en la vida’).

En los últimos años, no sabemos si por desconocimiento, mala interpretación o juego de palabras, se encuentra la expresión gramática parda con el sentido de ‘incorrección gramatical’ o ‘desviación lingüística respecto a la norma académica’:
“Han sido precisamente los académicos los que […] han recogido y han elevado a categoría de corrección lingüística, lo que era hasta entonces gramática parda.” (Diego Armario, Gramática parda 11-dic-2009 [Consulta: abril 2013])
GRAMÁTICA PARDA: Estas son las «académicas» normas que rigen los mensajes SMS …” (Artículo en el ABC del 3 de mayo del 2003 [Consulta: abril 2013], en el que se enumeran recursos para escribir de forma abreviada: omisión de la h, de los acentos y vocales en palabras frecuentes, reducción de expresiones a las iniciales de sus palabras, etc.)
Este nuevo significado, en el que gramática pierde su sentido irónico no lo recogen los diccionarios aunque es frecuente en textos periodísticos.

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