google.com, pub-8147523179298923, DIRECT, f08c47fec0942fa0 -Historia de la lengua - Lengua española y otras formas de decir

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Origen de la h española

¿Por qué hay palabras que se escriben con h si en la lengua española general no se pronuncia?

Las haches que aparecen en nuestro léxico pueden tener orígenes diversos:

1- Palabras latinas con hache original. En los escritos medievales se podía omitir la hache etimológica y era muy frecuente escribir ome, onrar o auer. A partir de Alfonso X se empiezan a recuperar las haches etimológicas. El proceso continuó con Nebrija (“para imitación de los latinos”) Covarrubias y lo consolidó la Academia en el siglo XVIII. Así se llegó a las formas actuales hombre, honrar y haber.

2- Cultismos o tecnicismos formados con prefijos griegos: hemi- ‘medio’ (hemisferio, hemiciclo), hiper- ‘grande’ (hipermercado, hiperactivo), hipo- ‘debajo’ (hipocresía, hipocentro). En este grupo se incluyen también los procedentes de palabras griegas que en español se emplean como prefijos: hecto- ‘cien’ (hectómetro), helio- ‘sol’ (heliocéntrico), hemato- hemo- hema- ‘sangre’ (hematófago, hemorragia, hematoma), hepato- ‘hígado’(hepático), hetero- ‘otro’ (heterogéneo, heterosexual), homo-‘igual’ (homogéneo, homosexual), hidro- ‘agua’ (hidráulico, hidroavión), hipno- ‘sueño’ (hipnosis, hipnal).

3- Palabras latinas con una f que, al pasar a castellano, se aspiró o se perdió. Aunque en algunas zonas de España y de América la hache puede representar una cierta aspiración, en el habla más culta y general, no se pronuncia. Algunas palabras con hache procedente de una efe latina son: hijo (filius), hermoso (fermosus), hierro (fierro), hablar (fabulare), dehesa (defensa).

4- Palabras latinas que empezaban por una g- que se aspiró y desapareció: hermano (germanus) helado (gelatus)

5- Arabismos cuyos sonidos velares se adaptaron en castellano con h (azahar, zanahoria, alhaja). Actualmente se sigue haciendo con los nuevos arabismos (hachis).

6- Palabras cuya hache tenía un antiguo uso diacrítico. Hasta que en 1726, la Academia fijó el uso de la v como consonante y la u como vocal, tanto una como otra podían utilizarse indistintamente como vocal o consonante. Esto podía dar lugar a ambigüedades: vevo (‘bebo’ o ‘huevo’) veso (‘beso’ o ‘hueso’). Los impresores empezaron a utilizar h- delante de la vocal y, desde entonces, ahí se ha quedado. En la palabra uebos, que significa ‘necesidad’ conviene no usar esa hache (para no ser tomados por vulgares) cuando digamos que “debemos hacer algo por uebos” o exclamemos: “¡manda uebos!”. Aunque también es verdad que encontramos en el Poema de Mio Cid ejemplos de huebos con este significado: ("los mandó servir de cuanto huebos han", "huebos vos es que lidiedes a guisa de varones") y que el DRAE así la recogió entre 1899 y 1992.

7- Extranjerismos en los que en la lengua original suena algo parecido a una aspiración. Se conserva la escritura con h y se pronuncia un sonido velar: hámster, hall, hockey, etc.

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Las metáforas en la vida cotidiana

Las metáforas, por su función emotiva o embellecedora del lenguaje, eran materia de la Literatura y a los críticos literarios les correspondía su estudio. No se tenía en cuenta su función representativa de la realidad.
Esto fue así hasta los años sesenta y setenta, cuando una serie de estudiosos (Max Black, 1966, Nelson Goodman, 1968, y Donald Davidson, 1978) empezaron a estudiar las metáforas como tema de investigación filosófica.

Posteriormente, el lingüista George Lakoff y el filósofo Mark Johnson (con su libro Metaphors We Live By, 1980, publicado en castellano en 1986 con el título de Metáforas de la vida cotidiana y con el artículo de Lakoff “Teorías contemporáneas de la metáfora”, 1992) demostraron que el lenguaje es más metafórico de lo que pensamos y muchas metáforas habituales (no literarias) se generan desde nuestra experiencia y de nuestra forma de pensar. Parte de la coherencia y orden de nuestros conceptos se basa en cómo los sistemas de metáforas condicionan nuestra experiencia.

Una de las nociones más interesantes de estos trabajos es la de metáfora conceptual: "Las generalizaciones que rigen las expresiones metafóricas no están en el lenguaje, sino en el pensamiento. Son ‘mapeos’ generalizados que cruzan dominios conceptuales".George Lakoff destaca tres características de las metáforas conceptuales:
  1. Las correspondencias lingüísticas son sistemáticas.
  2. El uso de metáfora para regir el razonamiento y el comportamiento que se basa en dicho razonamiento.
  3. La posibilidad para entender extensiones novedosas en términos de las correspondencias convencionales.
La metáfora nos permite comprender una materia relativamente abstracta o sin estructura inherente, en términos de una materia más concreta, o por lo menos más estructurada.

A Lakoff y Johnson les interesan las expresiones del tipo "perder el tiempo", "ir por caminos diferentes", que reflejan conceptos metafóricos sistemáticos que estructuran nuestras acciones y pensamientos.

En Metáforas de la vida cotidiana Lakoff y Johnson presentan tres tipos de metáforas conceptuales:
  1. Metáforas de orientación espacial: Surgen de nuestra constitución física y son las relacionadas con arriba-abajo, dentro-fuera, profundo-superficial, etc.
    La cantidad y la escasez se relacionan con arriba y abajo: “los precios suben”, “las ventas bajan”, “la Bolsa de desploma”...Lo bueno se relaciona con arriba y lo malo con abajo: “personas de clase alta o baja”, “preferimos tener pensamientos elevados y evitamos las bajas pasiones”, “hay que levantar la moral y no caer en una depresión”.
  2. Metáforas ontológicas: A algo se le da una categoría peculiar considerándolo algo diferente.
    La mente o inteligencia humana (o la cabeza como símbolo) es un recipiente: “no nos cabe en la cabeza lo que alguien ha hecho”, “tenemos un proyecto en mente”, “las ideas nos dan vueltas”, “algunas asignaturas no nos entran”... No es extraño que, cuando estamos preocupados por algo o trabajamos mucho mentalmente, digamos que nuestra cabeza (coloquialmente “olla o perola”) echa humo.
    La sociedad es un cuerpo: cada persona forma parte de un órgano que tiene una función determinada.
  3. Metáforas estructurales: Una actividad o experiencia se estructura en función de otra.
    El amor es un viaje: “la relación está en una encrucijada” o “va sobre ruedas”, “hay que ir despacio y tomarse la relación con tranquilidad”, “no se debe ir muy deprisa”, “el amante es un compañero de viaje”, “el matrimonio naufraga”...
    El deporte es una guerra: “los equipos se enfrentan y tienen un capitán”, “se prepara la estrategia”, “se ataca y se defiende”, “se tira o dispara a portería”...
En el caso del deporte y la guerra se puede apreciar claramente la interacción de las metáforas. En el proceso, los dos conceptos generan nuevos significados:
La guerra puede verse dulcificada por influencia del deporte y ser vista como un juego en el que se gana o pierde, pero sin las consecuencias dramáticas que conlleva. Siempre puede quedar el partido de vuelta.
El deporte también puede ser contaminado por lo guerrero y dar lugar a enfrentamientos violentos cuando los partidarios o jugadores de uno y otro equipo deciden que el partido equivale al enfrentamiento bélico de dos comunidades (ciudades, regiones o países).

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Nuestra letra Ñ

La ñ es la letra más representativa del idioma español. La RAE la añadió al alfabeto en la segunda edición de su Ortografía, en 1754. Actualmente es la decimoquinta letra de nuestro abecedario.

No es una letra muy frecuente, pero los hispanohablantes la consideramos “muy nuestra”: tenemos una letra específica para representar el fonema nasal palatal sonoro, mientras que otros idiomas necesitan dos letras, y no aparece en ningún otro idioma, excepto en préstamos lingüísticos. Por esta razón, con la mecanización de la escritura a través de las máquinas de escribir primero y de los ordenadores después, se ha puesto en duda su existencia real (¿es una letra diferenciada o es una ene con tilde especial?) y se ha sustituido por diversos signos, cuando los teclados importados no la incluían (aún se emiten listados, aunque cada vez con menos frecuencia, en que un “Núñez nacido en España” queda inscrito como 'Núnez nacido en Espana', 'Nú/ez nacido en Espa/a' o 'Nú*ez nacido en Espa*a').

La eñe representa el fonema nasal palatal sonoro, que no existía en latín. La pronunciación de los grupos latinos -ng- (ungula), -gn- (cognatus), -nn- (agnus), -ni- (Hispania) evolucionó en las lenguas romances hasta llegar a sonidos nasales palatales, que durante la Edad Media se representaron en cada romance de diferentes maneras, alternándose y confundiéndose: -yn-, -ny-, -nig-, -ign-, -nj-, -in-, -n-.
El francés y el italiano eligieron la forma -gn-, que podemos apreciarla en el nombre de sendos productos típicos: el champagne y la lasagna. El catalán eligió la forma -ny- que se exhibe en el nombre del territorio propio de esa lengua: Catalunya. El portugués, la forma -nh- en la que la h muda indica que la ene anterior no se pronuncia tal cual, (del mismo modo que adoptó -lh- para representar la palatalización lateral): “toalha de banho”.

El castellano prefirió desde el inicio la -nn- (aunque alternaba con las formas anteriormente indicadas)que los escribanos abreviaban con una ene y una raya encima y que al cortar la palabra, al final de la línea, por la sílaba que la contenía lo hacían separando el dígrafo: dan-no (daño). Esa raya fue ondulándose, quizá por razones estilísticas y, a partir del Renacimiento, se empieza a considerar como una letra independiente y a olvidarse su origen como abreviatura. Esta consideración de letra diferenciada motiva la única variante actual del español con respecto a la clasificación alfabética latina general, desde que en 1994 se dejaron de considerar letras diferenciadas a la ll y a la ch, aunque siguen formando parte de la composición del abecedario.

Para evitar la confusión de pronunciar el grupo -gn- como ñ, Nebrija condenó el uso de de la g en palabras como digno o signo, que deberían escribirse "dino" y "sino".

En el gallego, a pesar de su fuerte parentesco con el portugués, la vinculación política y cultural con Castilla hizo triunfar la grafía del castellano. Con la extensión del castellano por América y Filipinas, las lenguas indígenas que tenían un fonema nasal palatal, al adoptar el alfabeto latino, también tomaron la ñ para representarlo.
El inglés también ha aceptado la ñ en algunos préstamos del español: “cañón”, piñata”, “jalapeño”.

¿Y cómo se llama la raya de la ñ?. La raya de la ñ se llama tilde o virgulilla, aunque en lenguaje coloquial e infantil también se denomina sombrerito, ceja, melena...

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