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Redundancia y pleonasmo

Diferenciar entre redundancia y pleonasmo no siempre es fácil. 
Ambos términos se refieren a la repetición innecesaria de términos; pero mientras que hablar de redundancia suele tener connotaciones negativas y se considera un vicio de expresión, el pleonasmo se considera una figura estilística. 
Sin embargo, los límites entre ambos conceptos no están bien definidos y no resulta fácil hacer una diferenciación tajante. Lo que unos consideran redundancia, otros lo consideran pleonasmo; e incluso, algunos lingüistas afirman que se trata de la misma cosa. 
La redundancia semántica repite el significado o semas de otra palabra a la que acompaña. Cuando la repetición no solo es semántica, sino de la misma palabra o de palabras con el mismo lexema, suele hablarse de redundancia léxica

La redundancia, aunque es rechazable cuando no añade ningún matiz semántico, ni estilístico, especialmente en los registros más formales, puede favorecer la claridad (cuando una palabra es polisémica o su significado no es evidente para todo el mundo) o justificarse por añadir expresividad o énfasis al discurso. También es perdonable en un discurso coloquial o si es fruto de la espontaneidad. 
El ejemplo de “un arsenal de armas” podría ser un caso de redundancia viciosa si consideramos que “arsenal”, en su segunda acepción (DRAE), es ‘depósito o almacén general de armas’, pero creemos que se trata de una redundancia desambiguadora porque “arsenal”, también es un ‘establecimiento militar o particular en que se construyen, reparan y conservan las embarcaciones […]’ 
“Lo vi con mis propios ojos” también es una redundancia admisible cuando se quiere enfatizar y ser contundente en una afirmación de la que no se tiene ninguna duda, porque se fue testigo de ello. No es por que nos lo hayan contado, lo hayamos imaginado, ni por que estemos absolutamente convencidos, sino porque estábamos presentes cuando ocurrió. 
El pleonasmo, en general, se valora como uno de los recursos del lenguaje poético con fines expresivos y estilísticos. El Diccionario de la Academia lo define como una ‘figura de construcción’ propia de la Retórica, porque con “vocablos innecesarios” se “añade expresividad a lo dicho”: 
“Ciego que nada ve, ¿quiere hacer una merced?”. (Romance de La Virgen y el ciego). 
“Ya ejecuté, gran señor, tu justicia justa y recta”. (El burlador de Sevilla, Tirso de Molina, 1613). 
 “Mal o peor has de callar la boca, que no estás en tu casa”. (Guzmán de Alfarache, Mateo Alemán, 1604).
Asimismo, al enfatizar el sentido de la frase, el pleonasmo contribuye a fijar en el receptor la idea que interesa al emisor. Por esta razón, los políticos abusan de las repeticiones léxicas y semánticas en sus discursos. 
Más allá del pleonasmo encontramos el datismo. El datismo es la acumulación, de términos sinónimos o muy parecidos, en una misma frase. El DRAE, en su nota etimológica, lo considera una falta (“De 'Datis', nombre del sátrapa persa que combatió en Maratón y que incurría con frecuencia en esa falta”) y lo define como el ‘empleo inmotivado de vocablos sinónimos’. Sin embargo, al no existir demasiados sinónimos absolutos, suele emplearse este recurso con fines estilísticos o afán de precisión conceptual: “Hay que buscar la victoria, el triunfo, el renombre, la gloria, la fama…”

Ejemplos de redundancias (o pleonasmos):  (En cursiva se indican los elementos redundantes, de los que se podría prescindir)
Completamente abarrotado. (Abarrotado: ‘completamente lleno, atestado’).
Acceso de entrada. (Acceso: ‘entrada o paso’).
Accidente fortuito. (Accidente: ‘suceso eventual que altera el orden regular de las cosas o del que involuntariamente resulta daño’; fortuito: ‘que sucede inopinada y casualmente, por azar’).
El momento más álgido. (Álgido: ‘culminante’ [lo más elevado]).
Antecedentes previos. (Previo: anticipado, que va delante o que sucede primero).
Aterido de frío. (Aterido: ‘pasmado de frío’).
Autosuicidio. (Suicidarse: prnl.’Quitarse voluntariamente la vida’).
Bajar abajo.
Base fundamental. (Base: ‘fundamento o apoyo principal de algo’).
Beber líquidos. (Beber: ‘ingerir un líquido’).
Bifurcarse en dos direcciones. (Bifurcarse: ‘dividirse en dos ramales, brazos o puntas’).
El más extremo.(Extremo: ‘que está en su grado más intenso, elevado o activo’).
Cita previa. (Cita: ‘asignación de día, hora y lugar para un encuentro’; ‘reunión o encuentro entre dos o más personas, previamente acordado’).
Colofón final. (Colofón: ‘remate, final de un proceso’).
Crespón negro. (Crespón: ‘tela negra que se usa en señal de luto’).
Deambulando sin rumbo. (Deambular: ‘andar, caminar sin dirección determinada’).
Divisa extranjera. (Divisa: ‘moneda extranjera referida a la unidad del país de que se trata’).
Doblar (las campanas) a muerto. (Doblar [16]: ‘tocar a muerto’).
Entrar dentro.
Erario público. (Erario: ‘hacienda, conjunto de las rentas, impuestos y demás bienes de cualquier índole regidos por el Estado o por otros entes públicos’).
Estafeta de correos. (Estafeta: ‘casa u oficina del correo; oficina donde se reciben cartas para llevarlas al correo general’).
Funcionario público. (Funcionario: ‘persona que desempeña profesionalmente un empleo público’).
En el hipotético supuesto. (Supuesto: ‘suposición, hipótesis’).
Hijo primogénito. (Primogénito: ‘el hijo que nace primero’).
Insistir reiteradamente, volver a insistir. (Insistir: ‘instar reiteradamente, repetir’).
Lapso de tiempo. (Lapso: ‘tiempo entre dos límites’).
Libido sexual. (Libido: ‘deseo sexual’).
Mendrugo de pan. (Mendrugo: ‘pedazo de pan duro o desechado’).
Macedonia de frutas. (Macedonia: ‘ensalada de frutas’).
Machismo contra las mujeres. (Machismo: ‘actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres’).
Nexo de unión. (Nexo: ‘nudo, unión, lazo, vínculo’).
Niños y niñas de ambos sexos.
Optimizar al máximo. (Optimizar: ‘buscar la mejor manera de realizar una actividad’; máximo: ‘límite superior o extremo a que puede llegar algo’).
Participación activa. (Participar: ‘tomar parte [una persona] en algo’).
Peluca postiza. (Peluca: ‘cabellera postiza’).
Personas humanas. (Persona: ‘individuo de la especie humana’).
Prever con antelación. (Prever: ‘ver con anticipación’).
Propia idiosincrasia. (Idiosincrasia: ‘rasgos, temperamento, carácter, etc., distintivos y propios de un individuo o de una colectividad’).
Protagonista principal. (Protagonista: ‘personaje principal’).
Proyectos de futuro. (Proyecto: ‘designio o pensamiento de ejecutar algo’).
Puño cerrado. (Puño: ‘mano cerrada’).
Repetir otra vez; volver a repetir. (Repetir: ‘volver a hacer lo que se había hecho, o decir lo que se había dicho’).
Salir afuera.
Subir arriba.
Totalmente calcinado. (Calcinar: ‘abrasar por completo, especialmente por el fuego’).
Túnel subterráneo. (Túnel: ‘vía subterránea abierta artificialmente para el paso de personas y vehículos’).
Vigente en la actualidad. (Vigente: ‘que está en vigor y observancia’).

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Arregostarse. Significado y usos.

¿Qué significa arregostarse? Según la última edición del DRAE, significa ‘engolosinarse, aficionarse a algo’ y es un verbo pronominal.
Pero esta definición nos parece demasiado genérica y no recoge matices que se aprecian en la mayoría de los ejemplos encontrados.
Arregostarse generalmente implica ‘malacostumbrarse’, habituarse, acomodarse a un beneficio o favor del que es difícil prescindir, y percibido como inconveniente por quien habla. Es frecuente que el provecho se obtenga a costa de otra persona, de cuyo primer favor se abusa hasta convertírselo en una obligación o carga.

Por esto, suele ser peyorativo y aparecer en advertencias (“No te arregostes a que yo resuelva tus problemas / a llegar tarde todos los días / a que te invite…”) o en frases que implican censura o queja (“Fulano es un caradura: se ha arregostado a vivir del cuento y a que le paguen sus caprichos”; “Mengano se está arregostando a llegar tarde: todos los días tenemos que esperarle”).
No obstante, puede encontrarse también con un cierto sentido afectivo, por influencia de “regusto”. En este caso, es frecuente aplicárselo a uno mismo (“Pero salió tan bien lo del verano pasado que me he arregostado“; “Me he arregostado a tus mimos”).
María Moliner acierta al destacar el valor incoativo de este verbo, aunque no creemos que deba referirse solo a los placeres materiales: “Arregostarse: (Variante de regostarse) «Engolosinarse. Tomar el gusto». Aficionarse a un placer material recientemente descubierto.” (Diccionario de Uso del Español, María Moliner).
La idea de exceso o abuso, había aparecido en antiguas ediciones del DRAE:
Una nota etimológica, entre 1884 y 1947: “(De a y el lat. regustare, gustar con insistencia, saborear)”.
En las ediciones de 1925, 1927 y 1950, se definió como ‘engolosinarse o empicarse a alguna cosa’ (empicarse: ‘aficionarse demasiado’).
Entre 1970 y 1992, regostarse se definió como ‘…enviciarse [en algo], arregostarse’ (enviciarse: ‘Aficionarse demasiado a algo, darse con exceso a ello.’).
La mejor definición de arregostarse está, según nuestra opinión, en el Diccionario de Autoridades de 1726 a través de la explicación de un antiguo refrán:
Arregostarse: v. r. Repetir, continuar y reiterar una cosa, por haber gustado mucho de ella, o porque uno saca de ella utilidad y provecho a costa ajena. Es voz baja […]”
Arregostóse la vieja a los bledos, ni dejó verdes ni secos” Refrán que reprehende el abuso que algunos hacen de la liberalidad y cortesía de otros: a los quales acuden con más frecuencia e importunidad, desfrutando desordenadamente sus beneficios y agasajos, hasta ponerse en términos de disgustar o apurar en algo la paciencia de aquellos que los favorecen. Otros lo entienden de otra manera; pero este parece el sentido más natural”.
En fuentes escritas, hemos encontrado otras versiones de este refrán, en las que arregostarse puede ser sustituido por regostarse o empicarse; y los bledos por bredos o berros: “Empicóse la vieja a los berros, no dexó verdes ni secos” (DRAE, 1791, lema empicarse). Otras versiones, en el Diálogo de la lengua de Valdés y en Refranes que dizen las viejas tras el fuego del Marqués de Santillana.
En Guadalajara y Cuenca hemos oído la expresión arregostarse como la vieja a los higos, versión truncada del refrán clásico, y que aparece en advertencias (“no te arregostes como la vieja a los higos”) y quejas (“le invité una vez y se ha arregostado como la vieja a los higos”). En esta zona también hemos escuchado otro refrán que muestra la mala fama del arregosto o arregostamiento: Es peor un arregostado que un hambriento. Se dice cuando alguien resulta molesto por abusar de un favor: el hambriento pide por necesidad y lo agradece, el arregostado parece exigirla y por su gusto.

Por otra parte, hemos encontrado un uso transitivo (no pronominal) de este verbo, con el significado de ‘acostumbrar’ o ‘malacostumbrar’: “Has arregostado a tu hijo a darle todos los caprichos”. La RAE solo recogió este uso transitivo en su Diccionario Histórico de 1933, pero con la acepción de ‘engolosinar’ (|| Excitar el deseo de alguien con algún atractivo) y el ejemplo: “Encarecieron la cura arregostándome con buenas esperanzas” (Juan de Luna, Segunda parte del Lazarillo de Tormes, 1620).

Desde el DRAE de 1970, parece que la Academia considera arregostar una palabra de uso general, y no incluye en su definición ninguna marca que indique delimitación geográfica, cronológica o de uso o registro. Sin embargo, hasta la edición de 1956 venía marcada como propia del registro familiar (fam.); y, para el Autoridades 1726, era una “voz baxa”.
Nosotros creemos que no está limitada a un determinado registro de habla, porque aparece en diferentes tipos de textos:
Lenguaje periodístico: “Zapatero, […] no se va dejando a su partido en la ruina, que para España no sería malo, sino tras un mes de vacío y arregostamiento en una trampa económica, política e institucional. (F. Jiménez Losantos, El Mundo 23-11-2011).
Lenguaje formal: “Me disgusta mucho, porque en Puerto Rico me había arregostado a trabajar todos los días. Y se me figura que ya he perdido esa costumbre, que tantos años tardé en adquirir”. (Pedro Salinas, Correspondencia, 1923-1951)
Lenguaje poético: “[en los montes altos] donde la nieve aún se arregosta en julio a los canchales,” (Dámaso Alonso, Hijos de la ira, 1944)
Registro familiar dentro de una novela: “- ¿Qué esperas? ¿Que te dé algo, no? Bueno, mira, hoy es un gran día. Toma un real, pero no te arregostes, ¿eh? “ (Arturo Barea, La forja de un rebelde, 1951)
Entrevista a un cabrero: “[El cachorro] se arregosta a ir con el perro y el día que no llevo el perro pues no va él”. (Pellagofio.com)
En cuanto al ámbito geográfico del uso de “arregostarse”, hemos encontrado en internet, referencias que la consideran palabra propia de La Manchuela (Albacete) (1), Almería (2), Murcia (3) o Ávila (4). Según una pequeña encuesta entre amigos y conocidos de diversos lugares de España, se conoce y utiliza eventualmente en la mitad este de la península al sur de Soria-Zaragoza. (Teruel, Cuenca, Guadalajara, Madrid, Ciudad Real, Murcia…) y en Canarias; pero es desconocida en el norte del país (León, Burgos, País Vasco, La Rioja, Huesca).

Aunque Juan de Valdés (5) se lamentaba, ya en el siglo XVI, de que hubiera dejado de utilizarse arregostar, no creemos que sea una palabra anticuada, ni muerta. Hay que reconocer, eso sí, que su uso es poco frecuente.

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Diferencias entre "sino" y "si no"

¿Cómo se escribe: sino o si no, junto o separado? ¿Cómo saber cuándo se utiliza sino o si no? ¿Sino o sinó, con acento en la o? Es muy frecuente que se nos planteen estas dudas a la hora de escribir esas cuatro letras. Incluso podemos malinterpretar lo que nos quieren decir cuando leemos o escuchamos esas palabras.
Vamos a tratar de explicar las diferencias y usos de estas formas.

SINO:

Puede ser una conjunción adversativa o con un sustantivo.

Sino, conjunción adversativa, introduce una afirmación contrapuesta a algo negado previamente, por lo exige que el sintagma u oración anterior implique una negación. Si la afirmación que encabeza es una oración con verbo explícito en forma personal, suele ir seguida de que y formar la locución sino que.
Siempre va precedida de una pausa en la entonación, que en la escritura se marca con una coma, y nunca se hace pausa tras pronunciarla, ya que su pronunciación átona necesita apoyarse en el enunciado que le sigue. Se trata de una sola palabra, por lo que no se puede intercalar ningún otro elemento entre ‘si’ y ‘no’.

La conjunción sino sirve para expresar varios matices:
a) Introducir una afirmación opuesta absolutamente a la negación anterior. Podría forzarse su sustitución por “pero sí”:
“No he sido yo, sino mi hermano quien consiguió el empleo” (...pero sí mi hermano...)
“El conductor no mantenía una velocidad uniforme, sino que iba acelerando y frenando caprichosamente”. (...pero sí iba acelerando...)
(Son raros los casos de omisión de ‘que’ en las oraciones con verbo explícito) "El tiempo no existe, sino es la conciencia del pasado" (Pedro Salinas, Ensayos de literatura hispánica, 1924-51)
b) En correlación con no sólo o no solamente, sino introduce una adición a lo anterior y suele ir acompañada del adverbio también. En oraciones con verbo explícito, lo habitual es emplear sino que:
“Juan no solo es muy trabajador, sino [también] buen padre y esposo”
“Juan no solo es muy trabajador, sino que [también] dedica mucho tiempo a su familia”
“No solo no me molesta, sino que me siento más cómodo”
c) Sino puede introducir también una excepción a lo negado anteriormente y sustituirse por “otra cosa que”, “más que” o “excepto”. La correlación “no … sino…” equivale a 'sólo, solamente':
“No te pido sino que me escuches” (No te pido más [otra cosa más] que me escuches; Solamente te pido que me escuches)
“Nadie lo ha visto sino María” (Nadie lo ha visto, excepto María, Solamente lo ha visto María; Nadie lo ha visto, más que María.)
“Mis recuerdos no prueban nada, sino que soy muy viejo” (Mis recuerdos no prueban nada excepto que soy muy viejo. Mis recuerdos solo prueban que soy muy viejo)

En dos casos excepcionales, no se necesita una oración negativa anterior:
d) Cuando, en preguntas retóricas, sigue a un pronombre o adverbio interrogativo e introduce el elemento que supone la respuesta evidente de la pregunta. Podría sustituirse por excepto:
¿Quién, sino usted, es ese J. B. que escribe en el periódico tantas sandeces?" (G. Torrente Ballester, La saga/fuga de J. B., 1972)
“¿pues por quién, sino por tí, por qué sino por tu amor, me complazco en recordar a América?” (Eugenio María de Hostos, La peregrinación de Bayoán, 1863)
“Innumerables topos toda la vida cerrados los ojos vivían a oscuras y en la muerte los abrían; ¿para qué sino para ver su muerte y pasada ceguedad sin remedio?” (Cosme Gómez de Tejada, León prodigioso, 1636
¿A dónde sino allí podían llevarle aquellos Caifases? (B.Pérez Galdós, Los duendes de la Camarilla, 1903)
“Y, ¿cómo, sino engañado, podía yo entrar en semejante sitio?” ((B.Pérez Galdós, Rosalía, 1872)
En este mismo tipo de preguntas, cuando aparece el verbo ser o hay elipsis del elemento oracional que supone la respuesta, se emplea la forma si no:
“¿A dónde si no es a su casa podían llevarle?
“¿A dónde, si no, podían llevarle?
e) Con sentido restrictivo (equivalente a 'pero') a veces se usa sino que:
"Él es bueno, sino que a veces los hombres más buenos tienen que hacer cosas que parecen malos (C. Arniches, Es mi hombre, 1921).
“Me ratifico en que soy mujer de bien, incapaz de dar escándalos, sino que a veces no puede una...”(Mesonero Romanos, Escenas Matritenses, 1836)

Sino, sustantivo, significa ‘hado’, ‘destino’. Tiene el mismo origen etimológico que signo y seña: el signum latino. Se reconoce, porque suele ir acompañado de un determinante (artículo, demostrativo, posesivo...) y a menudo de un adjetivo u otros sintagmas. Fonéticamente, es una palabra tónica, cuyo acento de intensidad recae sobre la primera sílaba: /síno/:
“¡No renueves mi sino enlutado!” (R. Valle-Inclán, Cara de plata, 1923)
“Quizá mi sino era morir así, en el mar, de héroe...” (Pío Baroja, Las inquietudes de Shanti Andía, 1911)

SI NO:

Se trata de la conjunción si y el adverbio no. 

Esta forma se reconoce al pronunciarla porque el acento de intensidad recae sobre la palabra no, /si nó/ y, a veces, existe una pausa tras el no. Puesto que se trata de dos palabras diferenciadas, en la mayoría de los casos, pueden intercalarse, entre la conjunción y el adverbio, otros elementos oracionales.

La conjunción si puede tener diferentes valores:

a) Condicional. Si no aparece en las oraciones condicionales subordinadas (prótasis) que expresan una condición negativa para que se cumpla lo expresado en la apódosis u oración principal. Cuando están al principio de la oración condicional (lo más frecuente) no puede confundirse con la conjunción adversativa sino ya que esta exigiría una negación anterior. Si aparece una negación antes de sino o si no, tendremos que probar a sustituir estas formas por “en caso de que no…” (= si no) o por “pero sí” (=sino):
Si no desean otra cosa, me marcho”.
“No encontrarás novia, si no eres más simpático” (=’en caso de que no seas más simpático’)
“No encontrarás clientes, sino acreedores” (=’pero sí acreedores)
El problema suele aparecer cuando esta construcción condicional negativa se presenta sin verbo explícito o con un sintagma residual de la oración:
“Tiene dinero, si no de sobra, sí suficiente para los gastos necesarios.” (si no [tiene dinero] de sobra)
“La crisis es muy profunda; que se lo pregunten, si no, a los millones de parados.” (si no [me creen], si no [lo han pensado antes]…)
“Salió pronto de la ciudad, porque si no, se encontraría con la carretera atascada.” (si no [salía pronto])
“Estos alumnos son muy estudiosos, si no todos, la mayoría” (si todos no [son estudiosos], la mayoría [sí])
b) En contextos interrogativos retóricos, cuando aparece el verbo explícito o hay elipsis del elemento oracional que supone la respuesta, se emplea la forma si no. Si se omite el verbo y aparece un sintagma nominal o adverbial que da respuesta a la pregunta, se emplea sino:
“¿Dónde, si no es en su casa, va a estar por la noche?
“¿Dónde, si no, va a estar por la noche?
¿Dónde sino en su casa va a estar por la noche?
c) Puede introducir oraciones interrogativas indirectas:
“Les pregunté si no iban a venir con nosotros de vacaciones”
“Estaba preocupado por si no llegaba a tiempo”
“No sé si no es mejor callarse que hablar de más”
d) Puede encabezar oraciones independientes con valor enfático:
“No sé por qué se ha enfadado. ¡Si no he dicho nada ofensivo!”
e) También puede tener un valor concesivo:
“El muchacho era, si no feo, bastante desgarbado” (‘aunque no era feo’)
La prueba de que, en los ejemplos anterires, se trata de dos palabras es que podríamos haber dicho: “si [ustedes] no desean otra cosa...”, “pregunté si [sus padres] no iban a venir”, “no sé si [para hablar de más] no es mejor callarse”, “si [yo] no he dicho nada ofensivo”. Con el valor concesivo, vemos que si no son dos palabras porque equivalen a aunque no.

SINÓ:

En castellano, no existe la forma sinó (con acento). No obstante, a veces se encuentra por influencia del catalán y del gallego, idiomas en los que la adversativa equivalente a sino (que en castellano es átona) tiene acentuación aguda: sinó, en catalán y senón en gallego.

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